Redactado por Gerardo Alarcón Campos.
La mañana del 17 de septiembre de 1973, un comando de la Liga Comunista 23 de Septiembre intenta secuestrar al empresario industrial regiomontano Eugenio Garza Sada. La acción es repelida por el chofer y el escolta personal de Garza Sada, desencadenándose un fuego cruzado en el cual el empresario queda atrapado, siendo herido de muerte.
A finales de julio de 1973, a escasos meses de su fundación, la LC23S ya había realizado algunas expropiaciones, mediante las cuales había obtenido sus primeros recursos económicos, materiales y armamentísticos. Sin embargo, eran necesarias acciones que dieran notoriedad pública a la nueva organización, que la ayudaran a obtener recursos económicos para darle mayor alcance a la lucha y pudieran liberar a presos políticos que pudieran fortalecer las filas de la misma.
El secuestro del cónsul de los Estados Unidos en Guadalajara, Terrance George Leonhardy, realizado por las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo el 4 de mayo de 1973, así como otros secuestros políticos realizados por grupos como la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria y el Frente Urbano Zapatista, habían demostrado que dicha táctica de presión era efectiva para lograr la liberación de grandes contingentes de presos políticos y obtener grandes cantidades de recursos económicos, ya que el Estado mexicano no deseaba arriesgar la integridad física de los secuestrados.
Por ello, se realizaría una lista tentativa de empresarios, políticos y personajes públicos candidatos a secuestro político. La Liga, planeaba realizar tres secuestros en las principales ciudades del país: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Dicho plan, sería registrado por los elementos infiltrados de la DFS dentro de la Liga, y si bien, se barajaron varios nombres de posibles candidatos a secuestro político, no existía certeza sobre qué figuras serían elegidas para dicha acción, dejando las labores de organización logística a los comités de zona de los lugares donde se realizarían las acciones.
A las 9:00 de la mañana, el Ford Galaxie negro de Garza Sada llegó a la esquina de las calles Luis Quintanar y Villagrán de la colonia Bellavista cuando, una camioneta pick up, en la cual iban a bordo el comando compuesto por Edmundo Medina Flores, Elías Orozco Salazar, Javier Rodríguez Torres, Anselmo Herrera Chávez, Hilario Juárez García y Miguel Ángel Torres Enríquez, les cierra el paso abruptamente.
Javier Rodríguez y Anselmo Herrera descienden de la camioneta y pretenden sacar al empresario por la puerta trasera del vehículo, pero son recibidos por los disparos del chofer y el guardaespaldas. Anselmo y Javier caen heridos y se inicia un fuego cruzado entre los guerrilleros de la camioneta y los escoltas. Garza Sada, queda atrapado en el fuego cruzado y es herido mientras su chófer y la escolta son abatidos. Concluido el tiroteo, el comando de la Liga trata de extraer al empresario del vehículo.
Después de arrebatarle una pistola calibre .22 que portaba consigo, el comando descubre que Garza Sada que se encuentra herido de un disparo que le atravesaría el abdomen de derecha a izquierda, haciéndolo sangrar profusamente, razón por la cual, deciden abandonarlo y huir del lugar no sin antes rescatar los cuerpos de Anselmo y Javier. Garza Sada muere en el trayecto al hospital. Otra versión señala que el responsable de la muerte de Garza Sada sería su propio escolta, ante una supuesta orden que tenia para impedir que su patrón fuera capturado.
El fracaso del operativo es rotundo. En su huida, el grupo intercambia de vehículo dos veces, dejando abandonados en un Ford Falcón los cuerpos sin vida de Anselmo y Javier, mientras que el resto de la organización activa sus protocolos de seguridad y abandonan la casa de seguridad que recibiría al empresario.
El secuestro de Garza Sada tenía como objetivo la obtención de cinco millones de pesos y la liberación de un grupo de presos políticos de las cárceles del país, todo esto con el propósito político de posicionar a la LC23S como el máximo referente de lucha político-militar en el México, Garza Sada fue elegido al ser uno de los empresarios más importantes del país, la principal cabeza del Grupo Monterrey, uno de los grupos de la burguesía más poderosos de México y uno de los principales bastiones de la derecha empresarial que días antes había expresado su beneplácito hacia el golpe de Estado realizado por Augusto Pinochet en Chile.
La ciudad de Monterrey estalla en llamas y la cacería humana se desencadena a fin de aplacar la ira del sector empresarial. La esposa de Javier Rodríguez es detenida cuando acude a identificar el cuerpo de su esposo, a lo que seguiría el allanamiento de morada y detención ilegal de los familiares de Javier Rodríguez y otros elementos pertenecientes al comando, su reclusión ilegal y tortura. Mientras que la DFS procede a aislar y torturar a elementos de la LC23S que habían sido detenidos semanas antes con el objetivo de extraer toda la información sobre el secuestro.
Al funeral del empresario acuden todos los integrantes del Grupo Monterrey, así como los representantes de la burguesía nacional, el gobernador de Nuevo León Pedro Zorrilla Martínez y el presidente Luis Echeverría. Los reclamos no se hacen esperar, el sector empresarial increpa a Echeverría y lo responsabilizan del crimen al, según ellos, permitir la proliferación del comunismo mediante su gobierno demagógico y su cercanía diplomática con Cuba y el gobierno de Allende en Chile.
Echeverría guarda silencio ante los reclamos de la clase empresarial regiomontana. Se le exige desaparecer todas las trabas legales que impiden al gobierno exterminar a “los terroristas”, sugerencia que en los días siguientes, también aparece en un desplegado en el periódico Tribuna, donde, de igual manera, los empresarios invitan a los policías a matar a los “terroristas, asaltabancos y secuestradores”.
Esto significó un punto de inflexión en la política represiva del Estado mexicano. A partir del fallido intento de secuestro de Garza Sada, el Estado mexicano implementaría una política de cero tolerancia y negociación con las organizaciones político-militares, negándose rotundamente a ceder a las demandas de los grupos armados, sin importar quién se encontraba secuestrado. Así mismo, el Estado mexicano procedió a la implementación de una estrategia de exterminio, donde los militantes de las organizaciones armadas que eran detenidos rara vez eran procesados bajo los términos dictaminados por la ley y, en cambio, eran recluidos en cárceles clandestinas, torturados para hacerlos entregar al mayor número posible de compañeros, desaparecidos y ejecutados sumariamente.
Sin dudas, la muerte de Eugenio Garza Sada es uno de los acontecimientos más polémicos de la historia del Movimiento Armado Socialista en México. Este incidente ha suscitado múltiples teorías y conjeturas. Sin bien, desde el primer momento el Estado mexicano movilizó a sus fuerzas para detener y eliminar a quienes habían participado en la planeación y ejecución del fallido intento de secuestro, la versión oficial del caso no convenció a la clase empresarial ni a muchos periodistas de la época.
Una de las versiones más conocidas del caso es la que señala a Luis Echeverría como verdadero autor intelectual del asesinato. Dicha hipótesis, se fundamenta en los desencuentros y discusiones que Garza Sada y Grupo Monterrey tuvieron en particular con Echeverría a causa de sus discursos y acciones demagógicas con las que pretendía consolidarse como una figura antiimperialista aliada de las luchas de izquierda del tercer mundo y contra el gobierno mexicano en general, pues en 1962, Grupo Monterrey de la mano con la Unión Neolonesa de Padres de Familia y el Comité Regional Anticomunista una protesta contra la implementación de los Libros de Texto Gratuitos.
Esta versión sería fuertemente defendida por el periodista Jorge Fernández Menéndez, quien asegura que la DFS ya tenía conocimiento de los planes de la LC23S para secuestrar a Garza Sada, y que pese a ello, permitió que la guerrilla asesinara al empresario para deshacerse de él.
Como se mencionó anteriormente, si bien es cierto que los agentes infiltrados reportaron la existencia de diversos planes para la realización de secuestros políticos, muchas de estas acciones nunca se concretaron, y dada la delicadeza de estas acciones, se dejó su planeación y ejecución a los comités locales, evitando la propagación de los planes por motivos de seguridad.
Por ello, no podía existir certeza sobre qué personas iban a ser objeto de un secuestro político. Aunado a ello, realmente lejos de beneficiarse de la muerte de Garza Sada, el gobierno de Echeverría cedió ante los reclamos del poderoso grupo empresarial regiomontano e implementó su estrategia de exterminio.
Por otra parte, el periodista Abraham García Ibarra llegó a formular la hipótesis de que el crimen no había sido realizado por la LC23S, sino más bien por figuras del sector empresarial, ya que al interior de esta cúpula existían conflictos de poder, lo que, a decir de García Ibarra, explica el por qué Garza Sada iba preparado para un ataque armado contra su persona.
La muerte de Garza Sada fue un hecho circunstancial que representó un fracaso político para la Liga, pues esto desencadenaría una feroz cacería en su contra. El 2 de febrero de 1974, el gobierno de Echeverría, a manera de macabro tributo, arroja el cadáver de Salvador Corral García, miembro del Buro Político de la LC23S en la calle Vía Valeria, colonia Fuentes del Valle, a tan solo unos metros de la residencia de la familia Garza Sada en Monterrey, Nuevo León. Corral García había sido brutalmente torturado, quemado con cigarrillos y presentaba fracturas en todo el cuerpo.
*Fuentes de Referencia:
-Amargo Lugar sin Nombre: Crónica del Movimiento Armado Socialista en México (1960-1990), Hugo Esteve Díaz.
- El policía perseguía, torturaba, mataba: Rafael Rodríguez Castañeda
- México Armado 1943-1985: Laura Castellanos
-La Liga, una Cronología: Alberto López Limón.
- Nadie Supo Nada: Jorge Fernández Menéndez.
-Los Movimientos Armados en México, Vol 2: El Universal.
- Apogeo y crisis de la derecha en México: Abraham García Ibarra.
- Proceso 211/73, un proceso excepcional: Armando Iracheta Lozano y Coacusados.
- Derecha: Álvaro Delgado Gómez y Alejandro Paez Varela.
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