Los cuerpos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal: Un testimonio de las cárceles clandestinas en México:
Redactado por Gerardo Alarcón Campos.
El 19 de septiembre de 1985 un fuerte terremoto sacudió la ciudad de México. El sismo de magnitud 8.1 derribó centenares de edificios, acabando con la vida de miles de personas que quedarían sepultadas bajo los escombros. Uno de los edificios que colapsarían aquella mañana del 19 de septiembre sería el de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
Los rescatistas al inspeccionar los escombros en búsqueda de sobrevivientes se percatarían que seis cuerpos se encontraban atados y esposados de pies y manos, con golpes y quemaduras de cigarrillo. La habitación en cuestión, localizada en el cuarto piso, era una extraña mezcla entre gimnasio y cárcel sin rejas.
Entre los restos se logró rescatar con vida a una mujer de nacionalidad colombiana llamada Myriam, quien había estado desaparecida 18 días antes del terremoto. Ella había acudido a la Procuraduría en búsqueda de su hijo Jhonny, también de nacionalidad colombiana, siendo detenida por la policía en el lugar y recluida junto con su hijo en la cárcel clandestina.
Ambos fueron golpeados, torturados y quemados con cigarrillos. Cuatro de las personas localizadas en los escombros de dicha cárcel eran colombianos mientras dos eran mexicanos.
A ellos se les suman el penalista Saúl Ocampo Abarca, reportado como desaparecido el 12 de septiembre de ese año. Saúl se encontraba en la cajuela de un vehículo estacionado afuera de la procuraduría y que fue aplastado por los escombros.
Estaba amordazado, vendado de los ojos, atado de pies y manos y con huellas de quemaduras; sus familiares mencionarían que presentaba una herida de bala en el tórax. Fue identificado por sus tarjetas de presentación de su despacho y por su credencial del Colegio de Abogados de México.
Las reacciones no se harían esperar, tanto de la familia de Saúl Ocampo como de la embajada de Colombia en México. Sin embargo, la procuradora Victoria Adato Green negó absolutamente todas las acusaciones y el Estado mexicano hizo todo lo posible para ocultar el hallazgo entre el caos desencadenado por las secuelas del terremoto.
Ademas de los cuerpos localizados en la Procuraduría, se habla de un hallazgo de esqueletos en los sótanos del edificio se Tlaxcoaque, el cual sufrió daños estructurales que obligaron a su demolición, sin embargo los sótanos continuaron siendo utilizados como cárcel clandestina.
El caso ha llegado a ser considerado como leyenda urbana. Sin embargo, el hallazgo no hizo más que demostrar en que Mexico loa aparatos de seguridad privan ilegalmente de la libertad a las personas, y recrudecieron las demandas de los familiares de los detenidos-desaparecidos, quienes continuaron señalando la existencia de lugares similares en otros puntos de la Ciudad de México y el país.
*Fuentes de Referencia:
[Tiempo Suspendido] Una historia de la desaparición forzada en México, 1940-1980: Camilo Vicente Ovalle.
La voz de los sobrevivientes: Las cárceles clandestinas en México, una radiografía (1969-1979): Claudia Rangel.
Se internacionaliza el caso de las torturas en la procuraduría: Francisco Ortíz Pinchetti, Revista Proceso 469
Encuentran cuerpos torturados bajo los escombros: Magalli Delgadillo y Nayeli Reyes, El Universal.
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