Redactado por Gerardo Alarcón Campos
El 10 de junio de 1971, una manifestación estudiantil en solidaridad con el estudiantado de la Universidad de Nuevo León, por la democratización de las universidades y la liberación de presos políticos fue reprimida en la Avenida San Cosme, Ciudad de México, por un grupo paramilitar conocido como Los Halcones.
A las cinco de la tarde, estudiantes pertenecientes a la Escuela Nacional de Economía, la Facultad de Medicina y Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, el Frente Sindical Independiente, un contingente popular, la Escuela Superior de Físico-Matemáticas, la Facultad de Derecho, la Escuela Superior de Ingeniería Química, las Vocacionales 6. 3 y 2, los Colegios de Ciencias y Humanidades, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, la Facultad de Ciencias, la Prevocacional 6, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Escuela Nacional de Agricultura, la Preparatoria 2, la Facultad de Ingeniaría, la Facultad de Filosofía y Letras, l Preparatoria 6, la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN, la Universidad Iberoamaericana, las Preparatorias 7 y 8, la Facultad de Química, la Facultad de Psicología, la Normal de Maestros, la Preparatoria Popular y la Escuela Superior de Economía del IPN, salieron del Casco de Santo Tomás con destino hacia el Monumento a la Revolución.
La marcha se desarrollaría con normalidad cuando en Avenida de los Maestros, esquina Salvador Díaz Mirón, un contingente de granaderos encabezado por el coronel Emmanuel Guevara Torres, con megáfono en mano, exhortó a los jóvenes a disolver la manifestación pues no estaba autorizada. Ante la amenaza, los estudiantes continuaron avanzando mientras cantaban el himno nacional. Al llegar la manifestación a las calles de Amado Nervo y Lauro Aguirre otro contingente de granaderos trataría de cerrar el paso a los manifestantes con oficiales armados con lanzagranadas.
Los estudiantes continuaron su avance hasta Avenida San Cosme cuando a la altura del Cine Cosmos un contingente de jóvenes armados con palos largos y otros objetos contundentes avanzaron con velocidad hacia los manifestantes gritando el nombre del Che Guevara y “¡Halcones!” Sin previa mediación, los Halcones comenzaron a golpear a los manifestantes y a los periodistas y fotógrafos que cubrían la manifestación, todo ante la mirada indiferente de los granaderos, quienes con gases lacrimógenos también atacaron a los estudiantes con el objetivo de dificultar su escape y hacerlos un blanco fácil para el ataque de los halcones.
Los estudiantes contraatacarían a los Halcones con los palos que sostenían algunas de las pancartas, así como con tablas y ladrillos que algunos albañiles cercanos al lugar del enfrentamiento les proporcionarían a los estudiantes para defenderse. La batalla campal haría retroceder a los Halcones. Sin embargo, pocos momentos después estos retornarían al lugar armados con pistolas y rifles M-1 y M-2.
La balacera se generalizaría en las calles. Estudiantes y peatones se refugiarían en los domicilios y comercios aledaños. Por espacio de tres horas los halcones se dedican a cazar a los estudiantes. Cientos caerían heridos por los golpes y las balas, otros morirían en las calles, algunos otros son cazados hasta las instalaciones del hospital Rubén Leñero y la Cruz Verde y rematados en el lugar. Hacia las 8:30 de la noche, contingentes del Primer Batallón de Fusileros Paracaidistas arribaría al lugar, lo que marcaría el cese al fuego definitivo. Cientos de detenidos son trasladados al Campo Militar No 1.
Al igual que en la masacre de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, la cifra de muertos y heridos en los sucesos del 10 de junio es imprecisa. Oficialmente se hablaría de 6 muertos y 26 heridos, mientras que los manifestantes aseguran que la cifra de muertos y heridos sería mucho mayor.
Los sucesos del 10 de junio marcan una clara continuidad de la política represiva emprendida por el Estado mexicano contra un movimiento estudiantil que buscaba reorganizarse después del golpe recibido en octubre del 68.
La creación misma de Los Halcones dataría de este año, siendo un grupo conformado principalmente por jóvenes provenientes de los barrios marginados de la Ciudad de México que en un momento engrosarían las filas de algunas pandillas y grupos porriles, así como también por trabajadores del Departamento de Aseo y Limpia del DF. La creación del grupo fue ordenada por el entonces regente de la Ciudad de México, Alfonso Corona del Rosal, y su entrenamiento supervisado por Manuel Díaz Escobar.
Los campos de entrenamiento de los Halcones se localizaban en San Juan Aragón, Nuevo Chapultepec, en la Villa Olímpica y detrás de la pista 5 del Aeropuerto Internacional. Los Halcones serian entrenados en el manejo de armas blancas y de fuego, así como en técnicas de combate cuerpo a cuerpo. Estos entrenamientos estarían dirigidos por elementos del ejército mexicano así como asesores norteamericanos, todo con el objetivo de crear un grupo de corte paramilitar que controlara por medio de la violencia a las protestas y manifestaciones estudiantiles. Ya que su año de fundación coincide con el del movimiento estudiantil, se cree firmemente que algunos de los Halcones pudieron haber actuado de manera coordinada con el Batallón Olimpia en el ataque contra planteles escolares y en la misma masacre de Tlatelolco.
La masacre del 10 de junio se sumaría a la larga cadena de agravios contra los movimientos estudiantiles y populares en México. Esta acción volvería a confirmar ante los ojos de una juventud que anhelaba hacer la revolución, la necesidad de abandonar el camino de la manifestación pacífica y las vías legales de lucha para emprender el camino de la lucha armada.
Dentro del enorme contingente de estudiantes movilizados aquel día se encontraban también integrantes de algunas organizaciones político-militares de reciente fundación, tales como Los Lacandones, Los Procesos y Los Guajiros. Ninguno de los integrantes de estos grupos pudo prever que se desencadenaría un acto represivo, por lo que acudirían a la manifestación desarmados. Sin embargo, la acción haría que reafirmaran su compromiso de luchar contra el Estado mexicano por medio de la guerra revolucionaria.
Pese a que Luis Echeverría prometería una investigación, únicamente se limitó a destituir al entonces regente Alfonso Martínez Domínguez, quien a su vez, en entrevista con Heberto Castillo, mencionaría que toda la operación represiva fue ordenada por Luis Echeverría, pues veía en la manifestación estudiantil un desafío para su gobierno.
A 54 años de aquella trágica tarde la impunidad se mantiene. Pese a que en años posteriores algunos ex halcones fueron detenidos por la comisión de diversos delitos, ninguno fue procesado por la matanza. Luis Echeverría continúa impune y prácticamente fue exonerado por el Estado mexicano del delito de genocidio a causa de su avanzada edad.
* Fuentes de Referencia:
-10 de junio ¡No se Olvida!: Enrique Condés Lara
-Jueves de Corpus: Recopilación de Orlando Ortíz.
Comentarios
Publicar un comentario