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Los Lacandones.

Redactado por Gerardo Alarcón Campos. 

Es 2 de octubre de 1968. Unas luces de bengala disparadas desde el edificio de Relaciones Exteriores, son la señal para que francotiradores del Estado Mayor Presidencial, el Batallón Olimpia y soldados abran fuego indiscriminadamente contra miles de estudiantes y ciudadanos congregados en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

El pánico se apodera de los asistentes al mitin, los cuales tratan desesperadamente de huir, En medio del caos, un grupo de seis jóvenes, de entre los cuales se encuentra Jorge Poo Hurtado, desenfundan sus pistolas calibre .22 y revólveres .38 e intentan repeler las agresiones de los soldados y hombres de guante blanco. Sin tener la certeza de haber hecho impacto sobre alguno de los agresores, Poo y sus compañeros huyen del lugar.

Este improvisado comando de autodefensa tiene su origen en los enfrentamientos entre estudiantes con policías y militares durante el movimiento estudiantil. Aquellos jóvenes, indignados por los ataques de las fuerzas de seguridad, se organizarían para defender a sus compañeros y centros de estudios con piedras, palos y bombas molotov. Paulatinamente, se plantearon la necesidad de obtener armas para repeler los ataques a balazos que porros y elementos del Batallón Olimpia realizaron contra los centros escolares tomados por los estudiantes.

A pesar de que aquellos jóvenes en un principio no habían mostrado interés por formarse política e ideológicamente, prontamente la represión los llevaría a luchar hombro a hombro con aquellos sectores del estudiantado que sí estaban politizados y organizados en distintas agrupaciones políticas. 

La masacre de Tlatelolco haría que estos jóvenes plantearan la necesidad de combatir la violencia de Estado con la violencia revolucionaria, ya que las vías de lucha convencionales no eran suficientes para enfrentar y resistir al autoritarismo del Estado mexicano. Aquellos que habían sobrevivido a la masacre ahora buscaban dar respuesta inmediata a las agresiones sufridas aquella noche en Tlatelolco.

Es así como un nutrido grupo de jóvenes integrado por Carlos Salcedo García, Valente Irena Estrada, Miguel Domínguez Rodríguez, Yolanda Casas Quiróz, Uriel Cervantes, Francisco Pacheco, Arturo Alarcón y Mario Ledezma, provenientes de organizaciones diversas como la Liga Leninista Espartaco, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria Estudiantil, la Liga Comunista Espartaco, el Grupo Estudiantil Antiimperialista, el Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano, se reúnen con el propósito de discutir la estrategia a seguir para dar respuesta a los actos represivos del Estado Mexicano. A ellos se les sumarían Roberto Sánchez, Olivia Ledezma y Jorge Poo Hurtado, integrantes de aquellas brigadas de autodefensa estudiantil creadas al calor de los acontecimientos del movimiento del 68.

El grupo asumió la tarea de constituir un partido proletario que diera representación a los intereses de las clases trabajadoras en México y un brazo armado que tuviera la capacidad militar para responder a las agresiones del Estado y proveyera al partido de los recursos económicos necesarios para su operación.

La nueva organización, inicia sus operaciones realizando acciones de recuperación de armas. Aquellos jóvenes que habían enfrentado a los granaderos y soldados con palos, piedras y bombas molotov, no tuvieron problema a la hora de desarmar a los policías que lograban tomar desprevenidos. Una vez armados, realizarían expropiaciones para hacerse de recursos económicos. Los primeros objetivos serian farmacias, tiendas y gasolineras; negocios pequeños cuyos asaltos pudieran hacerse pasar como actos de la delincuencia común para evitar que la policía descubriera la existencia de la organización político-militar.

Pese a que el grupo delimitó teóricamente sus objetivos políticos y puso en marcha una serie de acciones para obtener fondos, nunca pudieron establecer un nombre para la organización, por lo que internamente únicamente se le conocía como La O. En cambio, los comandos recibían nombres asignados por sus integrantes, tales como “23 de Septiembre”, “Arturo Gámiz”, “Patria o muerte”, “Camilo Torres”, “Revolución Proletaria” y “Lacandones”.

A inicios de la década de los 70’s, los comandos comenzarían a realizar expropiaciones más ambiciosas, enfocándose en bancos, joyerías y empresas. Por otra parte, La O había establecido un contacto en el norte del país que proporcionaba armas al grupo. Pese a ello, el 19 de febrero de 1972, la O realiza una temeraria expropiación a una armería localizada en la calle Argentina de la Ciudad de México, ejecutada por el Comando Lacandones. Para aquella expropiación, los Lacandones perforaron un hueco en el techo del negocio para extraer en su totalidad las armas y municiones resguardadas en el local.

Sin embargo, las indagatorias policíacas prontamente dieron como resultado la localización de una casa de seguridad ubicada en la calle Giotto No 86 b. Al arribar la policía encontraría parte del arsenal expropiado, por lo que, producto de las torturas ejercidas contra los habitantes de esa casa, la policía da con otro domicilio localizado en la avenida Cuauhtémoc No 661, en donde localizarían a más integrantes del comando Lacandones.

Los medios de comunicación anunciarían triunfantes la captura de Yolanda Casas Quiroz, Laura Méndez Ramírez, Julio Fabio Dávila Ojeda, Jesús Torres Castrejón, José Luis Casillas Padilla, Manuel Carbonell, Miguel Ángel Jiménez Zavaleta, Alfonso Rojas Díaz, Paulino Olvera Morales, Leopoldo Argüello López, Juan Manuel Figueroa Estrada y Edgar Ortiz. Al carecer de nombre la organización, la policía y la prensa bautizarían a todo el grupo con el nombre de Comando Urbano Lacandones. Prontamente, la policía vincularía a este grupo con las expropiaciones realizadas en las instalaciones del Metro de la Ciudad de México y en las oficinas de Diesel Nacional.

Pese al golpe, el ahora bautizado Comando Urbano Lacandones continuaría realizando expropiaciones mientras establecía contacto con otras organizaciones guerrilleras urbanas, tales como Los Macías, los Guajiros y Los Procesos. Sin embargo al interior del grupo se darían discrepancias a causa de la estrategia empleada. Por una parte, Carlos Salcedo proponía darle mayor prioridad al trabajo de masas para construir base política. Por su parte, David Jiménez Sarmiento proponía incrementar el acoso y hostigamiento contra las fuerzas represivas del Estado.

Dicha discusión quedaría inconclusa, ya que Carlos Salcedo sería detenido en diciembre de 1972 después de que se realizara una expropiación en la empresa Sumbeam de México. En enero de 1973, los Lacandones volverían a ser noticia tras realizar una expropiación en la fábrica de Bimbo, operativo planeado y ejecutado por David Jiménez Sarmiento.

Finalmente, los Lacandones se adherirían a la línea de operación político-militar propuesta por los Procesos, siendo Ignacio Arturo Salas Obregón el encargado de plantearles la propuesta de unificación con otros grupos armados urbanos a lo largo del país, lo que en marzo de 1973 daría nacimiento a la Liga Comunista 23 de Septiembre. De las filas de los Lacandones surgirían importantes líderes y combatientes de la Liga, tales como David Jiménez Sarmiento, Olivia Ledesma Flores y Teresa Hernández Antonio.

*Fuentes de referencia:

- Amargo Lugar sin Nombre: Crónica del Movimiento Armado Socialista en México (1960-1990): Hugo Esteve Díaz.

- Entrevista a Benjamín Pérez Aragón: Vivir para contarlo No 5, Octubre de 2021.

- Los Movimientos Armados en México Vol II: El Universal.

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