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En memoria del Guaymas

Redactado por Gerardo Alarcón Campos. 

Mario Álvaro Cartagena López nació un 19 de febrero de 1952 en la ciudad de Guaymas, Sonora. Fue el séptimo hijo del matrimonio conformado por la señora Graciela López Hernández y el señor Manuel María Cartagena Saracho. De acuerdo con Álvaro, sus padres le inculcaron los valores de solidaridad con aquellos que padecen opresión, así mismo, producto de las pláticas que sostenía con ellos, comprendió que los problemas que aquejan a las clases trabajadoras mexicanas son producto del capitalismo.

A la edad de 13 años, Álvaro se mudó a la ciudad de Guadalajara, en donde tres años después toda la familia se instalaría, en búsqueda de mejores condiciones de vida. La familia Cartagena López se instalaría en el barrio de La Loma, vecino del barrio de San Andrés, lugar en el que residía un grupo juvenil conocido como los Vikingos, incorporados al Frente Revolucionario Estudiantil.

Guaymas, como fue apodado por sus compañeros, entabló amistad con Pepe el Gajo, un joven del Barrio de San Andrés, quien participaba dentro de la FER. Álvaro, quien gustaba de tocar la guitarra y cantar, solía entonar distintas canciones de protesta, lo cual poco a poco lo fue acercando con los Vikingos y el FER. Eventualmente, hacia finales de 1972, Álvaro fue invitado a las reuniones y asambleas del grupo, en donde se discutían los problemas que aquejaban a la Universidad de Guadalajara y al país en general, cultivando ahí la iniciativa por tomar cartas en el asunto y ayudar a sus compañeros de lucha.

En 1973, Álvaro participó en las reuniones previas a la fundación formal de la Liga Comunista 23 de Septiembre. A lo largo de su militancia, Álvaro conoció a quienes serían los principales líderes de la organización: Ignacio Salas Obregón, David Jiménez Sarmiento y Miguel Ángel Barraza García. Tratando de conciliar la vida familiar con la vida revolucionaria, cada vez que era necesario hacer algún operativo para la LC23S, Álvaro solía mencionar a su familia que realizaba viajes de campo fuera de la ciudad, sumergiéndose así en un estado de semiclandestinidad.

Sin embargo, el 19 de febrero de 1974, Álvaro fue detenido por agentes de la Dirección Federal de Seguridad. Víctima de desaparición transitoria durante un periodo de 12 días, Álvaro fue sometido a toda clase de tortura para obligarlo a delatar a sus compañeros de organización. De acuerdo a su testimonio, lo que le salvó la vida en aquella ocasión fue una imprudencia de los agentes de la DFS, los cuales, mientras lo trasladaban hacía algún lugar con el propósito de eliminarlo, estos se detuvieron a comer tacos, momento en el cual el propietario del negocio, al intimidarse por la presencia de civiles armados y al percatarse que Álvaro iba esposado dentro del vehículo, notificó a la Policía Judicial, quienes interceptaron a los agentes de la DFS y trasladaron a Álvaro hacia el Penal de Oblatos. 

Álvaro permaneció dentro de Oblatos por un periodo de dos años.En este tiempo, entabló amistad con otros integrantes de la LC23S presos, así como con integrantes de las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo y la Unión del Pueblo. El 22 de enero de 1976, Álvaro junto a Enrique Pérez Mora, Antonio Orozco Michel, Armando Escalante Morales, Francisco Mercado Espinosa y José Natividad Villela Hernández lograron fugarse exitosamente del Penal de Oblatos.

Ese mismo año, Álvaro es comisionado por la LC23S a la Ciudad de México, en donde se convierte en instructor militar. Equiparía algunas casas de seguridad con polígonos de tiro improvisados con cartón, triplay y tablas. Así mismo, se dedicaba a repartir el periódico Madera en escuelas y fábricas. En el año de 1977 Álvaro conoce a alma Celia Martínez Magdaleno, con quien entabla una relación sentimental; al poco tiempo ella se embarazaría. El primero de septiembre de ese año, Alma Celia junto con Juan Manuel Ramírez, y Elena Montoya Ortiz, son emboscados por agentes de la Brigada Blanca, siendo asesinados los tres. Alma Celia tenía seis meses de embarazo. La pérdida representó un duro golpe para Álvaro, quien en memoria de su compañera e hijo, enfocaría todos sus esfuerzos en el trabajo organizativo.

El 5 de abril de 1978, mientras Álvaro se dirigía a una casa de seguridad ubicada en la calle Obrero Mundial de la colonia Narvarte, fue atacado por la espalda por agentes de la Brigada Blanca. Con siete disparos en el cuerpo, uno de los cuales impactó en el codo y el resto en la pierna izquierda, Álvaro fue trasladado de emergencia al hospital de la Cruz Roja. Álvaro es trasladado a urgencias para ser sometido a una cirugía para curar su pierna, sin embargo, es secuestrado dentro del quirófano por los agentes de la Brigada Blanca después de haber sostenido un forcejeo con el personal médico.

Es trasladado al Campo Militar No 1, a la base operativa de la Brigada Blanca. En este lugar, Álvaro ve con vida a Alicia de los Ríos Merino, quien fue detenida desaparecida el 5 de enero de 1978. Álvaro relata que los agentes trajeron a Alicia para que lo identificara. Relata que ella, con la mirada, le da a entender que resistiera lo más posible la tortura y no delatara a nadie. Acto seguido, Alicia sería conducida de nueva cuenta a su celda. A causa de la falta de atención médica, la pierna de Álvaro se gangrenó, ocasionándole un shock que lo dejaría inconsciente. Al despertar en la cama del hospital militar, descubrió que su pierna había sido amputada.

Los medios de comunicación darían por muerto a Álvaro, justificando así su detención-desaparición. Sin embargo, al enterarse su madre de su detención, ella en compañía de Rosario Ibarra de Piedra y organismos internacionales de derechos humanos, iniciaron una campaña de presión al gobierno de José López Portillo para que Álvaro fuera presentado ante el ministerio público. La campaña logró que la señora Graciela pudiera ingresar al Hospital Militar a ver a Álvaro, quien le comunicaría que estaba bien y que había logrado ver con vida a Alicia de los Ríos Merino,

Álvaro fue trasladado al Reclusorio Norte y sentenciado a cuarenta años por los delitos de sedición, secuestro, homicidio y portación de armas de fuego de uso exclusivo del ejército. Cuatro años después, el primero de septiembre de 1982, Álvaro es liberado junto con otros 147 presos políticos.

La historia de Álvaro ganó popularidad a raíz de los diversos trabajos y documentales sobre la Fuga de Oblatos. A lo largo de los años, se dedicó a compartir su experiencia a las nuevas generaciones, gracias a lo cual, muchos nos acercamos a la historia del movimiento armado socialista.

Descanse en paz este gran revolucionario y sobreviviente.

*Fuente de referencia:

Nadie les pidió perdón: Daniela Rea.

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