Redactado por Gerardo Alarcón Campos.
El 15 de enero de 1972, los comandos “Arturo Gámiz”, “Oscar González” y “Carlos Armendáriz” pertenecientes al Núcleo Central, conocidos también como Los Guajiros, desarrollan la Operación Madera, la cual consiste en la realización simultánea de 3 asaltos bancarios en la ciudad de Chihuahua.
El Núcleo Central, es una organización político-militar urbana que comienza a gestarse a finales de 1969 y durante el año de 1970. Sus principales impulsores fueron Diego Lucero Martínez y Leopoldo Angulo Luken, quienes se conocerían en el Encuentro de Torreón en 1969, una reunión con ex combatientes del Grupo Popular Guerrillero y estudiantes de distintas partes del país. Diego ya había entablado contacto previo con algunos militantes del Grupo Popular Guerrillero y con las dos organizaciones que habrían de surgir a causa de las diferencias estrategias y políticas, sin embargo, por asuntos personales y laborales, no había podido integrarse a la clandestinidad. Leopoldo, por su parte, había sido sobreviviente de la masacre de Tlatelolco, dicho acto represivo, lo convencería de que la única forma de lucha posible contra el autoritarismo mexicano era la lucha armada.
Hallando puntos de coincidencia, ambos se darían a la tarea de reclutar a más gente y comenzar a establecer relaciones con otras organizaciones político-militares para impulsar un movimiento revolucionario a nivel nacional. Dichas pesquisas, los llevarían a entablar comunicación con Lucio Cabañas. En Guerrero, le exponen a Lucio la idea de realizar trabajo conjunto con otras organizaciones, incluida la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria encabezada por Genaro Vázquez. Según algunas anécdotas, la idea de coordinación entre grupos era sumamente ambiciosa, calificándola Lucio como un “sueño guajiro” naciendo de ahí el nombre por el cual el Núcleo Central es conocido mayoritariamente: Los Guajiros.
El Núcleo no desiste en su labor, llegando en su camino a contactar al grupo encabezado por Raúl Ramos Zavala: Los Procesos, con quienes compartían la idea de la coordinación nacional entre organizaciones armadas. Ambas organizaciones inician sus trabajos militares realizando expropiaciones contra sucursales bancarias para la obtención de fondos para la lucha revolucionaria. Raúl y Diego, acuerdan la realización de dos expropiaciones simultáneas, la primera, realizada por Los Procesos en la ciudad de Monterrey, Nuevo León el día 14 de enero de 1972 y la segunda al día siguiente, 15 de enero en la ciudad de Chihuahua.
Los bancos elegidos para las expropiaciones son las sucursales Futurama y Chuviscar del Banco Comercial Mexicano y la sucursal El Reloj del Banco de Comercio. El Comando “Oscar González” integrado por Diego Lucero Martínez, principal líder del grupo, su hermano Héctor Lucero Martínez, Marco Antonio Rascón Córdova, Adolfo Caballero y Marco Antonio Pizarro Chávez estaba a cargo de la expropiación en la sucursal El Reloj. En la sucursal Futurama actuaría el Comando “Carlos Armendáriz”, integrado por Francisco Javier Pizarro Chávez, Adolfo Lozano Pérez, Mario Holguín, Juan Gilberto Flores Díaz, y Rosendo Muñoz Colomo. En la sucursal Chiviscar actuaría el Comando “Arturo Gámiz”, integrado por José Luis Alonso Vargas, Avelina Gallegos Gallegos, Inocencio Carrillo y Mario Pérez Oquendo.
Durante días, los comandos realizan labores de vigilancia en las sucursales para conocer la rutina y movimientos del personal que labora ahí. En Chuviscar, se detecta la presencia de un vehículo con militares a las afueras del banco. Pese a que la información es dada a conocer, es desestimada, asignándosele a Inocencio Carrillo la tarea de neutralizar a los militares en caso de observar el vehículo mientras se realiza el operativo.
A las 9:30 de la mañana de inicio la operación. Diego Lucero y Francisco Javier Pizarro al mando de sus respectivos comandos se encargan de exigir el dinero, llamar a la calma y explicar de manera breve los motivos de su acción ante los civiles que en ese momento se encontraban en los bancos. Sin mayores complicaciones, los comandos “Óscar González” y “Carlos Armendáriz” se retiran hacia la casa de seguridad localizada en José Aceves 1209.
En la sucursal Chuviscar, Avelina, José Luís y Mario entran al banco con pistola en mano mientras que Inocencio los espera a bordo del vehículo de huida. Detrás de ellos iba la joven Magdalena Contreras Hernández, clienta del banco, quien al percatarse que las personas frente a ellas iban encapuchadas y armadas, trata de huir del lugar. El comando apenas y había ingresado al banco e iniciado el operativo cuando son atacados por ráfagas de ametralladora desde el exterior.
En la entrada del banco, una patrulla militar que había estado vigilando el lugar abre fuego indiscriminadamente contra la sucursal. Avelina alcanza a identificar el origen de los disparos y hace fuego contra uno de los agresores, el teniente Enrique Espino, hiriéndolo en la pierna izquierda. El teniente se tira al suelo y abre fuego contra Avelina, quien recibe un disparo mortal en la cabeza. Mario Pérez es impactado por una ráfaga de ametralladora que lo deja gravemente herido frente a las cajas del banco mientras que José Luis es herido por las balas que rebotan en los muros del banco. Inocencio, sin poder ayudar a sus compañeros, huye inmediatamente del lugar.
El tiroteo concluye con el saldo de una muerta y dos heridos por parte del comando guerrillero, un herido por parte de los militares, varios clientes heridos por los proyectiles que rebotaron en las paredes y una cliente muerta, Magdalena Contreras, quien quedó atrapada en la línea de fuego del ejército contra el comando “Arturo Gámiz”, siendo alcanzada por las balas y, de acuerdo con el informe de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, recibió un culatazo que le fracturó el cráneo, ocasionándole la muerte en el hospital; La prensa eximiría al ejército de esta muerte y responsabilizaría al comando “Arturo Gámiz”.
Chuviscar se llena de soldados y policías que prontamente comienzan a indagar en la identidad de los integrantes del comando. Tras descubrir con asombro que uno de los guerrilleros era mujer, Avelina es identificada gracias a la credencial universitaria que portaba consigo. Por su parte, Mario Pérez se desangra a causa de los disparos por lo que es subido con urgencia a la camilla. José Luís Alonso Vargas es el único que se encuentra consiente, por lo que, bajo amenazas, es llevado también al hospital para que se le realice una valoración médica.
Marco Antonio Pizarro y Mario Holgúin, ambos estudiantes de medicina, después de participar en las expropiaciones retornan a sus actividades cotidianas en el hospital. Mario Holguín sería testigo de la llegada de José Luís Alonso Vargas y Mario Pérez acompañados de un fuerte dispositivo de seguridad. Marco Antonio Pizarro sería testigo de la llegada del cadáver de Avelina Gallegos. Ambos decidirían huir del hospital para evitar ser reconocidos.
Mario Pérez es trasladado al quirófano. Es sometido a tres intervenciones, sin embargo, la cantidad de sangre que perdió fue demasiada, y finalmente fallecería a causa de un paro cardiaco. La presión se centra sobre José Luis Alonso Vargas, quien nervioso, aterrorizado y profundamente golpeado por la pérdida de su esposa, Avelina, no está en condiciones de hablar pese a que sus heridas son menores. El personal médico, solidarizándose con él, trataría de ganar tiempo, falseando a la policía la información sobre su estado de gravidez. Esto le salvaría la vida, ya que el gobernador del estado, Oscar Flores Sánchez, daría la orden de no trasladarlo hasta que no estuviera plenamente recuperado para poder extraerle toda la información, evitando, según sus palabras, convertirse en una potencial víctima de desaparición forzada.
La noticia sobre lo ocurrido en Chuviscar llega a los oídos de sus compañeros reunidos en la casa de seguridad del grupo localizada en la colonia José Aceves 1209. Diego Lucero consideró que el refugio ya no era seguro, por lo que ordena la evacuación inmediata. Diego Lucero y Francisco Pizarro se refugian en la casa del Prof. Adolfo Anchondo. Héctor Lucero y Juan Gilberto se dirigen a la casa de un amigo, cuya familia, tras conocer la situación, decide darles asilo. Inocencio Carrillo vaga por una ciudad que no conoce en búsqueda de refugio. Marco Antonio Pizarro y Marco Rascón se retiran a sus respectivos hogares. Mario Holguín es sacado de la ciudad con ayuda de sus familiares. Por su parte, Rosendo Muñoz, presa del pánico, termina por confesar todo a su padre, quien, creyendo ayudar a su hijo, termina por entregarlo a la policía con la esperanza de aminorar su castigo. Grave error, pues las torturas harían que Rosendo comenzara a hablar.
La policía ya había obtenido los primeros indicios al encontrar en las ropas de Mario Pérez un recibo de una tintorería ubicada en el mismo domicilio que la casa de seguridad. Al llegar ahí los agentes no encontrarían nada. Las torturas contra Rosendo obtuvieron como resultado el nombre de Francisco Pizarro, cuya madre y esposa serían detenidas ilegalmente en su domicilio. Marco Antonio Pizarro y Marco Rascón son detenidos en sus casas. Diego y Francisco se separan, acordando reunirse en la Ciudad de México. Francisco solicita ayuda a su padrino para escapar de la ciudad, sin embargo, su padrino lo entrega a la policía.
Las condiciones en las que se da la detención de Diego Lucero son un misterio. La última vez que se le vio en libertad fue frente al Hospital Palmore en donde debía atender una cita con un contacto. De acuerdo con su hijo, Diego Lucero Estrada, pudo haber sido delatado por su contacto o bien, como menciona el testimonio de José Luis Alonso Vargas, pudo haber sido identificado por la policía y detenido.
El 16 de enero, Diego Lucero es llevado a la celda donde se tortura a Marco Antonio Rascón para ser careado. Las medidas de seguridad dictaban que ambos debían negarse mutuamente, cosa que realizan con la esperanza de disipar las dudas de los agentes. Diego también es visto por Laura Valenzuela de Pizarro, esposa de Francisco Pizarro, quien describe que en el momento en el que era trasladado, Diego le guiña un ojo en señal de tranquilidad. Los agentes torturan brutalmente a Diego Lucero: lo golpean, le arrancan las uñas, le queman con cigarrillos y lo someten a electrochoques. Las torturas logran quebrarlo, haciendo que Diego confiese ante la policía datos sobre su persona y la expropiación. Después de registrar dicha información, la policía ejecuta sumariamente a Diego. Francisco Javier Pizarro fue obligado a identificar el cadáver. La prensa, y posteriormente el informe de la DFS, mencionarían que Diego Lucero había muerto en un enfrentamiento contra la policía en la casa de seguridad de Aceves 1209.
Mientras el resto de los detenidos era presentado ante la prensa, Inocencio Carrillo, en búsqueda de algo de comer, llega al domicilio de una chica que recién había conocido al llegar a Chihuahua. Su estado precario levantó sospechas entre una de las vecinas quien lo denunció a la policía. De acuerdo con los testimonios, el gobernador Óscar Flores, había dado la orden tajante de asesinar a todos los involucrados que no pertenecieran a su estado. Inocencio Carrillo sería brutalmente torturado durante tres días para finalmente ser asesinado, posteriormente su cadáver fue introducido en su celda y colgado del cuello con la manga de su camisa a uno de los garrotes, fingiendo un suicidio.
Juan Gilberto y Héctor Lucero salen de la ciudad de Chihuahua y siguiendo las vías del tren, se dirigen al sur hacia Sinaloa. Al llegar al poblado de General Trías, entierran parte del dinero de la expropiación y entran al pueblo a comprar víveres. Son denunciados y detenidos por la policía judicial. Los agentes se llevan a Juan Gilberto hacía el lugar donde se había enterrado el dinero y posteriormente es acribillado.
Las muertes de Avelina, Diego, Inocencio y Juan Gilberto detonaron una serie de protestas y movilizaciones protagonizadas por la comunidad universitaria y algunos movimientos populares en el estado de Chihuahua, exigiendo el cese a la represión y la protección a la vida de los guerrilleros detenidos.
El resto de integrantes del Núcleo Central, se reúnen el 5 de febrero de 1972. Ahora encabezados por Leopoldo Angulo Luken. Posteriormente, Los Guajiros serian uno de los grupos que en coordinación con otras organizaciones político-militares del país daría origen a la Liga Comunista 23 de Septiembre.
*Fuentes de referencia:
-Sueños Guajiros, Diego Lucero y la Guerrilla Mexicana de los años 60 y 70: Diego Lucero Estrada.
- Vámonos a la Guerrilla de Chihuahua: José Luis Alonso Vargas.
- Los Informantes, Documentos confidenciales de la Guerrilla en Chihuahua: Javier H. Contreras Orozco.
- México Armado, 1943-1981: Laura Castellanos.
- Los Movimientos Armados en México Vol 2: El Universal.
- Las Guerrillas en México y Genaro Vázquez Rojas: Juan Miguel de Mora.
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