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Breve semblanza de tres mujeres internacionalistas mexicanas:

Redactado por Gerardo Alarcón Campos:

El internacionalismo proletario es un principio basado en la solidaridad por parte de la clase trabajadora hacia los procesos revolucionarios que acontecen en las distintas partes del mundo. Solidaridad, hecha sin hacer distinción entre nacionalidad, religión, origen étnico o sexo. Durante el desarrollo de diferentes movimientos revolucionarios y guerras de liberación, esta solidaridad internacionalista se ha expresado en el apoyo que las fuerzas de combate locales han recibido por parte de elementos de origen extranjero que dejan su patria para ayudar a las fuerzas revolucionarias a alcanzar la victoria.

Emblemático ejemplo es el de la Guerra Civil Española, recibiendo las fuerzas republicanas el apoyo de las brigadas internacionales, integradas por combatientes de todos los rincones del planeta luchando de manera conjunta contra el fascismo.

México ha sido un país que no se ha quedado atrás en las muestras de solidaridad hacia los procesos revolucionarios en otros rincones del planeta, así fuera dando asilo a los refugiados de la guerra o mandando combatientes. La posibilidad de combatir en otro país fue barajada tanto por los grupos de izquierda legal y abierta como por las organizaciones político-militares.

Pero así como a nivel nacional hubo mujeres que participaron activamente en el proceso armado revolucionario en México, hubo mujeres que decidieron partir de su país y luchar por la liberación en otros territorios nacionales. En esta ocasión, nos ocuparemos, brevemente, de abordar la historia de tres mujeres mexicanas que partieron para apoyar la revolución en Nicaragua y Guatemala.

Durante los 70’s, el Movimiento Armado Socialista se encontraba en pleno auge en américa latina. Una de las expresiones que mayor apoyo tuvo a nivel internacional fue la revolución nicaragüense encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. No es un secreto, que la política internacionalista del FSLN lo llevó a entablar relaciones con distintos grupos y partidos por toda américa latina.

En México, el FSLN encontraría varios aliados que realizarían distintos trabajos para la organización, desde labores de propaganda hasta recopilación de recursos y, por supuesto, el envío de tropas internacionalistas. La Revolución Sandinista atrajo a varios jóvenes mexicanos que deseaban participar en el proceso revolucionario y que por algún y otro motivo, no se encontraban militando en alguna organización político-militar mexicana.

Una de ellas sería Araceli Pérez Darías, joven española nacionalizada mexicana, proveniente de un hogar católico y conservador. Rompiendo con los modelos impuestos por su familia, Araceli se titula como psicóloga, se vuelve atea y marxista. Se vincula con un grupo conocido como Espartaquismo Integral en donde recibe cursos de formación política. Gracias a este grupo, Araceli se vuelve colaboradora del Comité Mexicano de Solidaridad del FSLN. 

Un año después, se convierte en militante del FSLN y a principio de 1977 se dirige a Honduras donde recibe la preparación militar. Ese mismo año ingresa a Nicaragua donde forma parte de la Operación Octubre y de diversos combates. 

En 1978, Araceli es desplegada en el Frente Occidental, formando parte del Estado Mayor, el cual tenía la labor de preparar la ofensiva final en la zona occidental de Nicaragua. Sin embargo, Araceli muere asesinada por la Guardia Somocista en el Barrio de Veracruz el 16 de abril de 1979. 

En junio de ese año, las tropas del FSLN recuperan una tanqueta, la cual es nombrada Araceli y entra triunfante a Managua cargando a varios combatientes Sandinistas.

A similitud de Araceli, Dolores de la Peña era una joven estudiante de Artes Plásticas proveniente de un hogar de españoles conservadores que emigrarían a México. Dolores se incorporaría a Cristianos por el Socialismo y del Frente Mexicano de Trabajadores de la Cultura. A través de su esposo, Dolores entró en contacto con el FSLN, ayudándoles a realizar diversos trabajos clandestinos en México. Al triunfar la Revolución Sandinista, Dolores es invitada a desarrollar trabajo político con las masas en Nicaragua. Mientras se encuentra en Nicaragua, por un contacto Dolores es invitada a formar parte de las Fuerzas de Liberación Nacional en su natal México.

Las FNL, poseedoras de una política internacionalista, apoyaron a la revolución sandinista mediante una publicación abierta llamada Conciencia Proletaria, a través de sus organizaciones legales mediante las cuales desarrollaron eventos y festivales culturales, y abriendo la posibilidad a sus combatientes de ir a pelear a Nicaragua si así lo deseaban. Así mismo, las FLN consideraban que un internacionalista consecuente lucha primero por la liberación de su país, criticando de este modo a quienes decían apoyar las revoluciones en otros lados del mundo, pero no hacían nada por desarrollarla en su país de origen.

Dolores, encontrando una alternativa revolucionaria en su país, regresa a México para colaborar con las FLN bajo el nombre de Anita realizando diversas tareas clandestinas para la organización. Desgraciadamente, el 22 de marzo de 1980, Anita muere en un accidente automovilístico. 

Nicaragua no sería el único país donde una mujer internacionalista mexicana lucharía por la revolución. Eunice Campirán Villacaña, nacida en Toluca y estudiante de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales participaría dentro del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre en Guatemala.

Eunice junto con su pareja David Aguilar Mora fueron militantes de la Liga Obrera Marxista, organización perteneciente a la corriente Trotskista. Su estancia sería breve, pues Eunice y David conocerían al argentino J.Posadas, quien visitaría México para apoyar las actividades del Partido Obrero Revolucionario Trotskista, Así mismo, conocerían al guatemalteco Francisco Amado Granados, quien militaba en el MR-13 junto a Marco Antonio Yon Sosa. Este enlace posibilitó a Eunice y David, junto con otros militantes del PORT trabajar para el MR-13.

En Guatemala, Eunice ayudo a organizar los grupos femeninos de la guerrilla y ayudar al desarrollo de los núcleos urbanos. Ayudaba a la distribución de armas dentro de las ciudades mientras que en el campo ayudaba en el traslado de información, documentos y propaganda de la organización. 

Sin embargo, el gobierno mexicano y guatemalteco, en una acción coordinada, desarrollan operaciones militares con el fin de ubicar y eliminar los campamentos guerrilleros del MR-13. Por la parte mexicana, algunos cuadros guerrilleros se habían instalado en el estado de Chiapas. El 6 de diciembre de 1965, es detenido en México David Aguilar al regresar de Guatemala y entregado a militares guatemaltecos que lo ejecutan en la base militar de Zacapa después de ser torturado. 

Eunice es detenida el 6 de marzo de 1966 junto con 30 integrantes del MR-13 y del Partido Guatemalteco del Trabajo. Todos los detenidos fueron torturados y asesinados, en un acto conocido como la Masacre de Zacapa. Pese a la protesta de la familia, el gobierno mexicano no realizó ningún tipo de protesta ante el gobierno guatemalteco por el asesinato de la pareja.

Araceli, Dolores y Eunice no solamente lucharon contra la opresión y el autoritarismo en otras fronteras con miras hacia la construcción de un mundo nuevo. Su incorporación a las filas combatientes de las organizaciones político-militares significaría un acto de rebelión no solamente contra las estructuras del poder económico y político dominante, sino también contra el sistema machista instaurado históricamente.

La participación de las mujeres dentro de la política revolucionaria sacudió los viejos prejuicios de quienes consideraban que el rol de la mujer se hallaba limitado a las instituciones sociales tradicionales (el hogar y la familia). 

Dentro de este movimiento, las combatientes demostraron valentía al participar activamente en los operativos militares y capacidad organizativa, tanto para planear y dirigir acciones de combate como para instruir a sus compañeros y bases políticas en labores de formación política.

*Fuentes de referencia:

- Araceli, La libertad de vivir (Nicaragua 1976-1979): Emma Yanes Rizo.

- El Suspiro del Silencio, De la Reconstrucción de las Fuerzas de Liberación Nacional a la fundación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (1974-1983): Adela Cedillo.

- Cruce de Caminos: Luchas Indígenas y las Fuerzas de Liberación Nacional (1977-1983): Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.

- Eunice Campirán: Una mexicana Trotskista en la Selva del Quiché: Veronika Oikón, ensayo disponible en Guerrilleras de María de la Luz Aguilar Terrés.

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