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La carta del desertor y las listas de los vuelos de la muerte: Algunas precisiones:

Redactado por: Gerardo Alarcón Campos.

El 7 de agosto de 2024, la periodista Marcela Turati a través del portal de noticias Quinto Elemento dio a conocer el descubrimiento de una carta que un presunto militar desertor de nombre “Benjamín Apresa” le entregó a Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del Comité Eureka el 26 de mayo de 2004. Dicha carta venía acompañada de una lista de 5 páginas con los nombres de 183 personas que, presuntamente, fueron ejecutadas dentro de las instalaciones de la Base Aérea de Pie de la Cuesta, Guerrero y cuyos cuerpos serían arrojados al mar desde un avión que despegaría desde dicho sitio. Esta práctica de eliminación recibe el nombre de vuelos de la muerte.

El mencionado documento fue hallado durante los trabajos de investigación realizados por el personal del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico en el archivo del Comité Eureka, el cual ha sido resguardado y digitalizado por el Centro Académico de la Memoria de Nuestra América (CAMENA) de la Universidad de la Ciudad de México.

El hallazgo de estos documentos estremeció a los colectivos de familiares de las víctimas de la guerra sucia mexicana y a los investigadores especializados en la contrainsurgencia y el movimiento armado socialista, pues de confirmarse plenamente su autenticidad, estaríamos ante una evidencia clave que ayudaría a identificar a las víctimas que fueron desaparecidas con este método y así mismo, demostraría la existencia de más registros que, en teoría, deberían de estar en poder del ejército mexicano y cuya entrega al equipo de trabajo del MEH fue negada por la SEDENA argumentando su no existencia.

Sin embargo, el hallazgo de esta lista también plantea varias interrogantes ¿Por qué Rosario Ibarra de Piedra no dio a conocer esta lista en el momento en el que le fue entregada? ¿Quién es el militar desertor? ¿Quiénes son las personas que aparecen en la lista? ¿Realmente corresponde a los vuelos de la muerte o se trata de traslados que se hicieron desde otros centros clandestinos de detención hacia Pie de la Cuesta? ¿La lista es autentica o un intento de dar “carpetazo” a varios casos de desapariciones forzadas ocurridas en esa época?

Memoria y Resistencia publicó el 29 de agosto de 2024, un análisis de dicho documento basado en la comparación entre los nombres de las personas de la lista con las bases de datos existentes sobre desaparecidos en la guerra sucia, así como testimonios militares sobre las operaciones realizadas en Pie de la Cuesta para compararlo con el contexto descrito en la carta de Benjamín Apresa y con testimonios de exprisioneros que compartieron reclusión clandestina con algunas de las personas mencionadas y que afirman haber escuchado por parte de los custodios militares que los detenidos fueron trasladados a Pie de la Cuesta para ser arrojados al mar.

La presente versión, ha sido revisada y actualizada con información recopilada durante un año. Este esfuerzo, es completamente independiente al realizado por el equipo de periodistas e investigadores que a través de medios como A Donde Van los Desaparecidos y Quinto Elemento, han presentado en torno a este documento, e invitamos a otros investigadores y colectivos a que también hagan sus propias investigaciones y a exigir la rendición de cuentas por parte del Estado.

1.- La carta del desertor:

“Sra. Rosario Ibarra de Piedra.

Como le comenté en días pasados, estuve en el 74 comisionado en Pie de la Cuesta comisionado a las órdenes del entonces capitán Javier Barquín Alonso y en ese entonces me percaté de la forma en que desaparecían los cuerpos de los guerrilleros que asesinaban y que eran metidos en el avión Aravat 2003 para arrojarlos al mar.

Por diferencias con dicho capitán tuve que desertar en el 76 ya que me amenazo de muerte si yo decía lo que había visto. Tengo en mi poder relación de vuelos efectuados que creo le servirán de mucha ayuda para que se investigue directamente a Javier Barquín ya que él fue el autor material de estos crímenes.

Como comprenderá no puedo arriesgar a mi familia por eso le hago llegar estos documentos con un propio.

Muchas gracias.

Atentamente

Benjamín Apresa”

Esta es la carta que Rosario Ibarra de Piedra recibió el 26 de mayo de 2004 de manos de un elemento desertor del ejército mexicano el cual, en su relato menciona haber estado comisionado en la Base Aérea de Pie de la Cuesta en el periodo comprendido entre 1974 a 1976.

Aquí podemos hallar los primeros indicios que respaldarían la verosimilitud del documento y el testimonio de “Benjamín”. Los vuelos de la muerte realizados en Pie de la Cuesta tuvieron lugar de 1974 a 1976, el mismo periodo en el que “Benjamín” prestó servicio en dicho lugar, aunque de acuerdo con otras fuentes estos se practicaron hasta 1981, año en que concluye el mandato de Rubén Figueroa como gobernador del estado de Guerrero.

“Benjamín” menciona haber estado bajo órdenes directas del capitán Francisco Javier Barquín Alonso quien, de acuerdo con la averiguación castrense realizada por la Procuraduría General de Justicia Militar iniciada el 10 de julio del año 2000, fue junto a Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo uno de los mandos militares responsables de los acontecimientos ocurridos en Pie de la Cuesta.

Particularmente, Barquín Alonso sería el responsable de registrar a mano en “un libro de pastas negras” a cada prisionero que ingresaba a la cabaña antes de ser ejecutado con un tiro en la nuca; por lo que tiene sentido que Barquín fuese él responsable de manejar dichas listas y ordenar su transcripción hacia el formato documental utilizado por la SEDENA. El documento, coincide en formato, diseño y tipografía con la documentación utilizada por el ejército en dicha época, como se puede corroborar al compararlo con los archivos de la época.

Según el relato de “Benjamín”, este desertaría a causa de un desacuerdo no especificado con Barquín. Si nos atenemos a la lógica del relato, “Benjamín” habría sustraído esta lista, tal vez como una especie de seguro de vida en caso de que Barquín quisiera tomar represalias en su contra. Los miedos de “Benjamín” estaban justificados.

De acuerdo con los testimonios recopilados en la averiguación de la PGJM, también hubo militares que fueron víctimas de ejecución sumaria y desaparición forzada por órdenes de Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y Barquín Alonso. El testimonio de Gustavo Tarín Chávez menciona que Barquín habría asesinado a un piloto apellidado Manzano Acosta apodado como Manzana. De igual manera, el testimonio del piloto mecánico Margarito Monroy Candia, relata que un paracaidista identificado como Hilario, fue arrojado al mar, y que sería justamente este elemento quien le describiría a Margarito como se ejecutaba a los prisioneros.

A ciencia cierta, se desconoce el motivo por el cual los mandos militares responsables de la operación de los vuelos de la muerte ultimaron a estos elementos. De lo que no cabe duda es que las amenazas que Barquín hizo contra “Benjamín” eran auténticas.

Dada esta situación, es entendible que “Benjamín” hiciera la entrega de esta información bajo una identidad falsa. Es imposible determinar la identidad real de “Benjamín”. Quizás por su disposición a colaborar, no sería descabellado teorizar que alguno de los militares que declararon en contra de Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y Barquín Alonso en 2000 y 2001 haya sido el que entregó a Rosario Ibarra la carta y la lista, al ver que los mencionados mandos militares eran exonerados al haber prescrito los delitos de los que eran acusados.

Tampoco es descabellado que ex elementos militares colaboraran con las organizaciones defensoras de derechos humanos y asociaciones de familiares de las víctimas. Ejemplo de ello es el soldado Zacarías Osorio Cruz, quien al buscar asilo político en Canadá relato como recibió órdenes para fusilar a militantes político-militares en el campo militar de San Miguel de los Jagüeyes, Estado de México.

A decir del primer renglón de la carta, “Benjamín” ya había contactado a Rosario Ibarra, esto nos habla de una intención por colaborar con las víctimas y proceder contra uno de los responsables. Pero tuvieron que pasar 20 años para que los colectivos de familiares de los detenidos-desaparecidos tuvieran conocimiento sobre esta carta y la lista.

2.- La lista:

La lista entregada por “Benjamín” consta de unos documentos fotocopiados que muestran una tabla de 5 paginas divididas en 5 columnas: Fecha de detención, nombre, seudónimo, lugar de detención y unidad responsable de la detención. No existe ningún tipo de sello oficial que acredite que institución elaboró el listado, pero como se mencionó con anterioridad el formato del documento es prácticamente idéntico a otros elaborados por la SEDENA.

La lista contiene 183 nombres: 174 hombres y 9 mujeres. La mayor parte de los detenidos en esta lista son originarios del estado de Guerrero, pero también podemos identificar algunos provenientes de Michoacán, Hidalgo, Oaxaca, Distrito Federal y Estado de México. 116 personas fueron detenidas por elementos de la 27a zona militar, 33 por la Policía Militar, 17 por el Batallón de Fusileros Paracaidistas, 10 por la Dirección Federal de Seguridad, 5 por la Policía Judicial y 3 que no especifican que unidad realizó la detención.

La lista registra un total de 24 viajes en los que iban grupos de 4 a 8 detenidos. Algunos nombres están precedidos por una pequeña cruz, lo que indicaría que la persona estaba fallecida al arribar al lugar.

La principal interrogante que nos plantea este documento es ¿Realmente esta lista corresponde a los vuelos de la muerte? No lo podemos afirmar con total certeza, pues hacen falta más elementos para confirmar plenamente su autenticidad. Sin embargo dentro de la lista si existen indicios que nos ayudan a situar a personas desparecidas de Guerrero y el interior de la república dentro del circuito de eliminación que operó en Pie de la Cuesta, cuando se realiza una labor de comparación con las bases de datos de los detenidos-desaparecidos durante la contrainsurgencia, así como en testimonios de ex prisioneros que compartieron la reclusión clandestina con estas personas y con lo declarado por los militares que atestiguaron las operaciones encabezadas por Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y Barquín Alonso.

Con excepción de 9 personas de las cuales el autor de este texto no pudo encontrar registro, 174 personas mencionadas en esta lista son casos comprobados de desaparición forzada, descartando por completo la presencia de víctimas transitorias, es decir, aquellas que estuvieron recluidas clandestinamente y posteriormente fueron liberadas.

Los casos asentados en la lista se encuentran registrados en las bases de datos de organizaciones civiles como el Comité Eureka y la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (AFADEM), así como en informes sobre verdad, memoria y derechos humanos tales como el de la extinta Fiscalía Especializada en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la Comisión de la Verdad del estado de Guerrero.

Las concordancias no solamente se limitan a su estatus de desaparecidos, sino también en las fechas y lugar de su detención, así como en los seudónimos utilizados, no excluyendo algunos errores que bien pudieron ser cometidos a la hora de recopilar y transcribir la información.

La mayoría de estas personas serían simpatizantes y militantes de la Brigada de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres, y campesinos sin filiación política que serían detenidos-desaparecidos durante la implementación de los planes Telaraña y Luciérnaga. También podemos localizar nombres de personas pertenecientes a organizaciones como la Liga Comunista 23 de Septiembre, el Movimiento de Acción Revolucionaria y el Frente Armado del Pueblo, detenidas-desaparecidas en operativos militares y policiacos al interior de la república.

Esto coincide con el testimonio de Gustavo Tarín y Margarito Candia, quienes relataron a la PGJM que en Pie de la Cuesta se recibía a gente de todas las regiones de Guerrero y de otras entidades como Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Distrito Federal, Michoacán entre otros, demostrando que lo que ocurría en Pie de la Cuesta era resultado de una acción coordinada entre el aparato de seguridad militar y civil.

Esto explicaría, por ejemplo, la presencia de individuos ajenos a la contrainsurgencia guerrerense, tales como: Ignacio Arturo Salas Obregón, fundador y primer responsable nacional de la Liga Comunista 23 de Septiembre, detenido en Tlanepantla, Estado de México el 25 de abril de 1974; Cándido Arenas Sanjuan, los hermanos Marcelo y Zenón Arenas Bautista y Hermenegildo Salas Ruíz, militantes y simpatizantes del Frente Armado del Pueblo, detenidos en Yahualica, Hidalgo, así como los hermanos Amafer, Armando y Solón Guzmán Cruz, luchadores sociales y militantes del Movimiento de Acción Revolucionaria detenidos en Morelia, Michoacán; todos ellos desaparecidos de los cuales se tiene constancia, tanto de documentos oficiales como de testimonios que estuvieron recluidos en el Campo Militar No. 1.

Alberto Ulloua Bornemann, militante de la Liga Comunista Espartaco detenido en septiembre de 1974 y recluido clandestinamente en el CMN1, describe en su libro testimonial Sendero en Tinieblas como fue el traslado de algunas personas que figuran en esta lista. Por ejemplo, de Ignacio Arturo Salas Obregón menciona que él, junto con un grupo de personas originarias de Guerrero, serían sacados de su celda, colocados en fila india con las manos esposadas y las cabezas cubiertas con una capucha y trasladados a otro lugar del que ya no volvieron. Si revisamos el listado del 4º viaje realizado en Pie de la Cuesta, veremos como Salas Obregón estuvo presente en dicho viaje junto con otras siete personas originarias de Guerrero. La misma situación se repitió con los detenidos provenientes de la huasteca hidalguense: Cándido Arenas Sanjuan, Marcelo y Zenón Arenas Bautista y Hermenegildo Salas Ruíz quienes figuran en los viajes 9º, 13º y 19º respectivamente.

Otro dato de concordancia lo podemos visualizar en la cantidad de personas que integraba cada “viaje”. De acuerdo con el testimonio de Gustavo Tarín durante los viajes se subían a un aproximado se 12 a 14 personas. Por otra parte, Margarito Monroy Candia menciona haber visto en el primer vuelo en el que participo un total de 8 personas, señalando que en las bitácoras de vuelo pudiera encontrarse información de la cantidad de personas presentes en cada viaje, las cuales fluctuaban entre 5 a 8 personas, exactamente como lo describe el listado. La desclasificación de estas bitácoras, en manos de la Secretaría de la Defensa Nacional, ayudaría a confirmar plenamente la autenticidad de estas listas al compararlas con los itinerarios de vuelo y la cantidad de personas a bordo, logrando también especificar en qué fecha fueron realizados cada viaje.

Justamente en el expediente de la investigación militar se encuentra una fotografía de un grupo de monitores reconstruyendo la escena descrita por Candia, contándose en total 8 personas distribuidas en el piso del avión Arava, cantidad que coincide con el número máximo de personas señaladas en el listado entregado por “Benjamín”.

Podemos suponer que inicialmente, se realizaron traslados de 8 personas para evitar sobrecargar el avión y que posteriormente el número de víctimas trasladadas pudo incrementarse para acelerar las operaciones de eliminación, llegando a la cantidad de 1500 personas desaparecidas mediante este método señaladas por los militares que rindieron su declaración.

Otro indicio de posible correspondencia radica en los testimonios de las victimas transitorias que estuvieron detenidas en el Cuartel Militar de Atoyac junto con algunas de las personas mencionadas en la lista, las cuales, al ser sustraídas por el personal militar de ese sitio, estos afirmaron entre burlas y amenazas, que aquellos prisioneros serían arrojados al mar.

De acuerdo con las declaraciones rendidas por Maximiliano Nava Martínez y Santiago Hernández Ríos ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en el marco de las investigaciones realizadas por la FEMOSPP, las personas que figuran en los registros de desaparecidos en el estado de Guerrero fueron concentradas en el Cuartel Militar de Atoyac y posteriormente trasladadas en vehículos particulares hacia otro sitio.

Maximiliano Nava Martínez menciona haber compartido cautiverio con Rosendo Radilla Pacheco, Pablo Loza Patiño y Austraberto García Pintor. Cuando los soldados entraron por ellos y otros cuatro prisioneros que no alcanzó a identificar, uno de los custodios mencionó que los detenidos “se iban a echar un buen baño” y que “los tiburones se iban a dar un buen banquete”.

Un testimonio de similares características fue recabado por Simón Hipólito Castro, uno de los primeros en denunciar la existencia de los vuelos de la muerte. Según lo escrito en su libro Guerrero, Amnistía y Represión, mientras Simón era preso en la Penitenciaría del estado de Morelos, este dialogó a finales de 1975 con un exsoldado llamado Rogelio que participaría en operaciones contrainsurgentes en la comunidad de Los Corrales del Río Chiquito, Guerrero en julio de 1974.

De acuerdo con Rogelio, ellos detendrían a un joven guerrillero de origen indígena en dicha comunidad, después de someterlo a torturas no lograrían sacar declaración alguna de él. El joven se comunicó en su lengua materna con uno de los militares, pues resultó que ambos eran originarios de una comunidad cerca de Chilapa, Guerrero. El soldado empatizaría con él y conseguiría agua y alimentos para el prisionero. Horas después, un helicóptero llego a la comunidad y se llevarían al detenido. Cuando Rogelio y el soldado indígena llegaron al Cuartel Militar de Atoyac, este último preguntaría sobre el paradero del detenido, a lo que el custodio le respondería que “lo habían mandado de marinero”.

Ante estos testimonios surge una interrogante, ¿Estos comentarios del personal militar eran simples amenaza, o tenían conocimiento de lo que ocurría en Pie de la Cuesta? Pese a que, de acuerdo con la declaración del subteniente Luis Blanco Farías, los militares involucrados en las operaciones de Pie de la Cuesta tenían la orden de “no ver, no escuchar y no fisgonear” lo cierto es que el personal militar dentro y fuera Pie de la Cuesta sabía que ocurría, así lo afirmó Margarito Monroy Candia, quien declaró que todo el personal e incluso el comandante de la zona sabían que pasaba.

Dicho lo anterior, es lógico implicar que el personal militar desplegado en el Cuartel Militar de Atoyac también tuviera conocimiento de lo que les deparaba a los detenidos que eran trasladados a Pie de la Cuesta, por lo que los comentarios expresados por los custodios no deben ser tomados a la ligera al ver que los nombres de Pablo, Austreberto y Rosendo, así como las nueve personas provenientes de Los Corrales de Rio Chiquito figuran dentro de las listas de los presuntos vuelos de la muerte.

Según los exprisioneros, las personas desaparecidas fueron sustraídas del Cuartel Militar de Atoyac en una camioneta cerrada, al parecer de la marca Ford que, de acuerdo con Hernández Ríos, tendría la palabra Pescado escrita en los costados. De acuerdo con el testimonio de los militares que rindieron su declaración ante la PGJM, los detenidos ingresaban a Pie de la Cuesta a bordo de automóviles civiles, en específico, camionetas cerradas tipo Van, vehículos que coinciden con la descripción dada por Santiago Hernández Ríos.

Si bien, estos elementos no son prueba suficiente para afirmar con total plenitud que la lista corresponde a algunas de las víctimas de los vuelos de la muerte, si nos permite establecer un punto de partida para construir un campo donde interconectar los testimonios de los exmilitares que declararon en contra de Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y Barquín Alonso con los de exprisioneros y otros informantes, permitiéndonos establecer espacio donde poder empezar a describir los pasos seguidos durante la ejecución de estos crímenes de lesa humanidad.

Hace falta, sin duda, que la SEDENA desclasifique el famoso libro de pastas negras y listados similares, así como las bitácoras de vuelo, así como verificar la existencia de unas supuestas filmaciones realizadas durante la ejecución de estas macabras maniobras y donde según los testimonios de los militares, tuvieron que ser obligados a utilizar pasamontañas.

3.- 20 años de silencio ¿Por qué?:

Pero sin duda la interrogante más grande es ¿Por qué Rosario Ibarra de Piedra mantuvo en secreto por 20 años estos documentos?

La respuesta que el Comité Eureka dio ante la publicación de estos materiales no es muy esclarecedora. En el comunicado publicado el 16 de agosto de 2024, Eureka condenó la difusión de esta lista por parte de medios de comunicación y colectivos de familiares de detenidos-desaparecidos durante la guerra sucia. Se acusó que incluso el proceso militar contra Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y Barquín Alonso en 2002 respondía a una táctica del Estado para dar carpetazo a cientos de casos de desaparición forzada ocurridos en esa época. Y como tal, Eureka deja claro que estos documentos se descartaron porque, según sus palabras, eran una pista falsa que el propio gobierno filtró como táctica para finalizar la búsqueda de los desaparecidos. Sin embargo, hasta el momento Eureka no ha presentado las evidencias que demostrarían que la lista es falsa.

Por otra parte, la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México, resaltó la importancia de la desclasificación de estos materiales, pues contiene información relevante que debe ser investigada tanto por las autoridades como por los expertos en el tema. Así mismo, anunció la integración de esta lista al expediente del caso Radilla, pues aporta un valioso indicio para el esclarecimiento de su desaparición forzada y la de otras personas mencionadas en estos documentos.

La secrecía entorno al manejo que se le dio a estos materiales en 2004 trajo a la luz algunas críticas que se han mantenido en el plano de lo subterráneo hacia la figura de Rosario Ibarra de Piedra por parte de otros colectivos de desaparecidos, organizaciones populares, exprisioneros y ex militantes del Movimiento Armado Socialista. Algunos mencionan que ella recibió información de muchas fuentes, tanto de las víctimas como de personal militar o policiaco, sobre el destino de los desaparecidos, y así mismo, recibiría pistas e indicios sobre sitios de inhumación clandestina donde podrían localizar a algunos desaparecidos, pero optó por no darlas a conocer para no desincentivar la búsqueda.

Dentro del propio archivo del Comité Eureka existen cartas y documentos que desde 1980 informan a Rosario Ibarra de Piedra la realización de los vuelos de la muerte en Guerrero:

El primero de ellos es una carta escrita por Ciro Jaimes, militante de las Fuerzas Armadas de Liberación, enviada a Rosario el 13 de mayo de 1980. En ella Ciro relata que su padre, de oficio pescador, solía trabajar en la laguna y la costa cercanas a Pie de la Cuesta, y que, al sospechar de la militancia clandestina de Ciro, este trataría de disuadirlo al contarle que había visto en reiteradas ocasiones que a personas con aspecto campesino, con las manos esposadas, ojos vendados o metidos dentro de bultos las subían dentro de un avión “panzón” y que posteriormente este despagaba internándose mar adentro para volver casi una hora después. Cuando volvía, el avión regresaba vacío y los soldados procedían a limpiar una lona que había sido colocada en el suelo de este que estaba manchada de sangre.

Al ser detenido en 1979, Ciro fue detenido y torturado por policías judiciales y soldados en instalaciones de la Policía Judicial de Guerrero. Durante los tres meses de su reclusión, los soldados le relataron como desde 1972, les ordenaban llevar a personas a Pie de la Cuesta, matarlas y atar los cuerpos a bloques de cemento para finalmente ser arrojados al mar desde un avión. Ciro logró fugarse de aquel lugar y trataría de contactar al colectivo presidido por Ibarra de Piedra para dar a conocer su experiencia,

Otro documento, es un e-mail fechado el 6 de octubre de 2003, siete meses antes de recibir la carta y lista de Benjamín Apresa, el Comité Eureka recibiría otra carta de un expresidente municipal de San Francisco del Rincón, Guanajuato, quien relata que su chofer había sido un militar que participaría en la contrainsurgencia en Guerrero. Relataría, que a él y otros elementos les ordenaban subir a los detenidos a helicópteros que se internaban mar adentro y ahí se apuñalaba a los detenidos y se les arrojaba al mar para que los tiburones se los comieran. Esto describiría una etapa muy temprana de los vuelos de la muerte en donde en lugar del Arava eran utilizados helicópteros, pero esto dejaría de hacerse cuando algunos indicios de los cuerpos, como ropa y zapatos, regresaron flotando a la costa.

El e-mail concluye con la invitación para poner en contacto al comité con este exsoldado y ayudar a la causa de la localización de los desaparecidos. Nadie respondió el mensaje.

Se desconoce el motivo concreto que llevó a Rosario Ibarra de Piedra a resguardar esta información. Como se dijo con anterioridad, la respuesta que Eureka ha dado es la de no desincentivar la búsqueda de los desaparecidos, dando prioridad a su localización con vida para que no prescriban sus casos. Por ello, no tomaría en cuenta este tipo de evidencias y se mostraría abiertamente en contra de la realización de pesquisas forenses para investigar sitios de posible inhumación clandestina y a la toma de muestras genéticas para la construcción de un banco de datos para identificar posibles restos.

Sin embargo, es importante recordar que el delito de la desaparición forzada, de acuerdo con los tratados y leyes internacionales, no prescribe hasta que no se localiza e identifica a la persona en sí. Dicha condición ha permitido que, en países como Chile y Argentina, se hagan investigaciones forenses que han ayudado a regresar a casa a decenas de desaparecidos en las dictaduras militares.

Algunos consideran que Rosario hizo lo correcto porque había que exigir la presentación con vida de los desaparecidos con el fin de buscar la no prescripción del delito. Pero al mismo tiempo, otros consideran que la búsqueda de los desaparecidos, tanto como los del pasado como los del presente, no puede cerrarse a ninguna posibilidad, aunque esta implique buscarlos en fosas comunes, cementerios clandestinos y otros sitios donde las fuerzas represivas cerraban el circuito de eliminación contrainsurgente.

De ninguna manera consideramos que la revelación de materiales como la Lista Apresa represente una distracción para evitar la búsqueda de los desaparecidos. Al contrario, debe incentivarse su análisis de la mano de colectivos e investigadores, pues de verificarse plenamente su autenticidad constituiría una prueba que señala directamente la responsabilidad del ejército mexicano en crímenes de lesa humanidad.

La existencia de estos materiales no debería de significar una justificación para la no búsqueda, sino un punto de apoyo para intensificar las labores de búsqueda e identificación de víctimas con el fin exigir justicia y traer paz a las familias de las víctimas.

Por qué eso se trata el proceso de la búsqueda de la verdad y el esclarecimiento histórico, llegar a los hechos, por muy dolorosos e incomodos que puedan ser.

• Fuentes de Referencia:

- La "foto del recuerdo" y al mar, artículo de Gloria Leticia Díaz Publicado en el número 1356 de la revista Proceso, 27 de octubre de 2002.

- Crímenes de Guerra en Guerrero y Terrorismo de Estado: La aniquilación del movimiento armado de Lucio Cabañas (1970-1975): Florencia Ruíz Mendoza.

- [Tiempo Suspendido] Una historia de la desaparición forzada en México, 1940-1980: Camilo Vicente Ovalle.

- Guerrero, Amnistía y Represión: Simón Hipólito Castro.

- La Patria de los Ausentes, Un Acercamiento al Estudio de la Desaparición Forzada en México: Rodolfo Gamiño Muñoz.

- Informe Final de Actividades de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero 14 de octubre de 2014. Consultado en: https://sitiosdememoria.segob.gob.mx/work/models/SitiosDeMemoria/Documentos/PDF/Informe_Final_de_Actividades_Comverdad_Guerrero.pdf

- “Se descubre lista con 183 nombres de posibles víctimas de “vuelos de la muerte”: Marcela Turati. Consultado en: https://quintoelab.org/project/lista-nombres-victimas-vuelos-muerte-eureka

- “Los otros documentos sobre los ‘vuelos de la muerte’ del archivo de Eureka”: Marcela Turati. Consultado en: https://quintoelab.org/project/documentos-vuelos-muerte-archivo-eureka

- Informe de la CNHD sobre desaparecidos en los 70’s y 80’s. Consultado en: https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/Informes/Especiales/2001_Desapariciones70y80.pdf

- Informe de la Fiscalía Especializada en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado. Consultado en: https://sitiosdememoria.segob.gob.mx/#005


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