Redactado por Gerardo Alarcón Campos:
El 6 de agosto de 1969 nacen en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, las Fuerzas de Liberación Nacional.
Sus fundadores, César Germán Yáñez Muñoz, Alfredo Zárate Mota, Carlos Arturo Vives Chapa, Mario Alberto Sáenz Garza, Raul Sergio Morales Villareal, Mario Alberto Sánchez Acosta, Graciano Sánchez Aguilar y Raúl Pérez Gasque un año antes habían pertenecido al Ejercito Insurgente Mexicano, un efímero proyecto guerrillero encabezado por el periodista Mario Menéndez, director de la revista ¿Por qué?
El EIM tenía como objetivo establecer un núcleo guerrillero en Tabasco y Chiapas, concretamente en la zona de Tenosique. Sin embargo, el periodo de vida del EIM sería muy corto debido a que, al poco tiempo de comenzar a realizar exploraciones y entrenamientos en Tabasco y posteriormente en Yucatán, Mario Menéndez decidiera dar por terminado el proyecto por varios motivos, de entre los cuales se cuenta: no poder obtener apoyo por parte del gobierno cubano (nuevamente por causa de las relaciones diplomáticas con México), a las constantes deserciones motivadas por la decepción que algunos militantes expresaron al considerar que el proyecto no era tomado con seriedad, a la falta de tiempo por parte del propio Menéndez, cuya labor periodística le impedía incorporarse a las tareas del núcleo guerrillero, a la carencia de recursos materiales y económicos para sostener al grupo y a la falta de disciplina y discreción por parte de algunos integrantes del mismo.
Aunado a ello, un grupo de militantes que se habían separado del EIM crearon su propia organización llamada Comité de Lucha Revolucionaria, el cual, como estrategia de hostigamiento, coloca bombas en los edificios de los diarios el Heraldo de México, el Sol de México, Excélsior, en las oficinas de Televicentro (antecesor de Televisa), la Secretaría de Gobernación y la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal. Los atentados movilizan a la DFS, la cual logra detener a algunos integrantes del CLR quienes, y, eventualmente a Mario Menéndez y otros miembros del EIM con los que habían tenido relación previamente.
A su regreso a la ciudad de Monterrey, el grupo encabezado por Cesar Yáñez somete a la crítica la experiencia del EIM, estudiando detenidamente todos los errores que el frustrado proyecto guerrillero cometió:
1) Delegar el liderazgo del grupo en la personalidad individualista y deseosa de protagonismo de Mario Menéndez.
2) Establecer un núcleo guerrillero en la selva sin líneas de abastecimiento, sin recursos y sin haber estudiado la región, sus comunidades y sus habitantes.
3) El espontaneismo e improvisación general con el que se formó dicha organización
4) La absoluta carencia de mecanismos de seguridad y criterios para el reclutamiento de militantes.
En base a este análisis las FLN estructuran la metodología de trabajo que los caracterizaría de todas las otras organizaciones político – militares de la época. Las FLN al igual que otras organizaciones contemporáneas, se proponen como objetivo principal la organización de las clases trabajadoras del campo y la ciudad para poder realizar la revolución socialista mediante el uso de la guerra de guerrillas.
Si bien las acciones armadas del PDLP, la LC23S o las FRAP fueron espectaculares y por un tiempo acapararon el campo de la opinión pública, estas terminaron por exponer a los grupos a combates frontales que no pudieron ganar, e inevitablemente esto las condujo a su aniquilación. La ofensiva y la defensiva les impedirían también desarrollar un trabajo político solido con las clases populares del campo y la ciudad, y por ende, consolidar su presencia y constituirse como organizaciones dirigentes del proceso revolucionario, pues tenían que evadir la constante persecución de los aparatos de inteligencia del Estado.
A diferencia de otros grupos, las FLN deciden no ejecutar acciones de combate, sabotaje y hostigamiento, pues eran conscientes de que carecían de entrenamiento militar, armamento apropiado y combatientes necesarios para sostener y resistir una guerra contra el Estado, por lo cual, realizar acciones militares representaba un riesgo innecesario que terminaría por destruir a la organización.
Esta decisión se reforzó al observar el desarrollo de las acciones emprendidas por otros grupos y como estos son reprimidos, por lo que la ejecución de acciones militares estaría pospuesta hasta que las condiciones materiales del grupo fueran las apropiadas para ello. Sin embargo, el uso de acciones defensivas cuando la situación lo ameritara estaba permitido, pues en dado caso de ser detectados por el Estado, los combatientes debían luchar a morir para proteger a la organización.
La decisión sobre el emprendimiento de acciones militares también influiría en los métodos de financiamiento de la organización, pues descartarían totalmente la realización de secuestros y expropiaciones para tal fin, recayendo el financiamiento del grupo en el bolsillo de los militantes y simpatizantes, a quienes se les fijó una cuota mensual para subsanar las necesidades del grupo.
La estrategia general de las FLN apuesta a la construcción lenta y progresiva de las fuerzas revolucionarias. Gracias a esta perspectiva, la organización concentra sus esfuerzos en acumular fuerzas, construir redes de apoyo en las ciudades y en buscar zonas rurales apropiadas para el establecimiento de un foco guerrillero.
El campo y la ciudad estarían vinculados gracias al establecimiento de una red de abastecimiento repartida por todo el país y que proporcionaría a las zonas rebeldes los recursos necesarios para el desarrollo de las fuerzas revolucionarias.
Gracias a su participación en el EIM, el primer responsable nacional de las FLN, Cesar Yáñez, decide que el lugar idóneo para la instalación del foco guerrillero debía ser Chiapas. Este estado presentaba condiciones idóneas para la instalación del grupo guerrillero gracias al histórico rezago y abandono del cual ha sido objeto a lo largo de su historia, por poseer zonas de difícil acceso: selva, montañas y cañadas y, por tener una población, mayoritariamente indígena, víctima de abuso y explotación.
Es así como a principios de 1972 se instala en los alrededores de la comunidad de Ocosingo el Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata en el rancho El Chilar, el cual era alimentado por una compleja red de casas de seguridad repartidas a lo largo del país, articuladas dentro de una estructura urbana denominada como Estudiantes y Obreros en Lucha. En un periodo de 3 años, las FLN extienden esta red compuesta por casas de seguridad en Nuevo León, Puebla, Estado de México, Tabasco, Veracruz y Chiapas.
Debido a que la principal tarea de las FLN era acumular fuerzas en silencio, para la realización de dicha labor se necesitaba a militantes comprometidos, disciplinados y discretos. Las FLN desarrollaron un reclutamiento estricto y minucioso de militantes, seleccionando a los individuos más avanzados, participativos y comprometidos de los diferentes movimientos políticos de masas, estudiantiles, obreros y campesinos. Esto, con la finalidad de contar con militantes experimentados en el trabajo político de masas a quienes se les daba una educación política basada en los principios del Marxismo – Leninismo.
El criterio selectivo también cumplía la función de filtro de seguridad, pues a diferencia de otros grupos que en algunas ocasiones relajaron sus medidas de seguridad, posibilitando con esto la infiltración de agentes del Estado encubiertos, las FLN realizaban previamente una extensiva investigación sobre sus nuevos reclutas.
Una vez seleccionados, su participación dentro del grupo escalaria gradualmente en función de su nivel de compromiso con la organización. Las FLN se estructuran bajo un modelo piramidal, donde en la base se encuentran los simpatizantes, quienes apoyan de manera ocasional a la organización sin estar comprometidos plenamente con ella, pero a quienes se les exige la máxima discreción.
En el segundo nivel se localizan los militantes urbanos, miembros del grupo que ya adquieren un compromiso formal con la organización, se les fijaba la cuota mensual y se les encargaban tareas que no comprometieran su seguridad personal, pudiendo seguir desarrollando sus actividades cotidianas de manera normal, sin la necesidad de entrar a la clandestinidad.
El tercer nivel estaba conformado por los militantes profesionales, quienes eran guerrilleros de tiempo completo, sumergidos en la más estricta clandestinidad para lo cual necesitaban abandonar sus hogares y familias y cortar toda comunicación con ellos como medida de protección contra una posible acción represiva por parte del Estado.
Esta clandestinidad los diferencía de los guerrilleros de la LC23S o del PDLP, quienes vivían un estado de semiclandestinidad que terminaba involucrando a familiares y amigos en las actividades político – militares de sus organizaciones, comprometiendo su seguridad. La clandestinidad era tan estricta que los militantes profesionales no se conocían entre sí, esto, para evitar delaciones en caso de ser capturados por el enemigo. Así mismo, los militantes profesionales tenían como obligación poner a la organización por encima de todo, incluso su propia vida con tal de proteger a toda la estructura clandestina.
Los guerrilleros profesionales tenían como labor entrenar y capacitar a los nuevos cuadros en diferentes labores y oficios, así como proporcionar entrenamiento militar y educación política, la cual, no solamente abarcaba cuestiones teóricas, sino aplicaciones empíricas en la moral y conducta del individuo.
Los militantes profesionales de las FLN tenían a su cargo las labores más peligrosas: compra y traslado de armamento, munición y suministros, exploración y reconocimiento de potenciales zonas de operación y la operación de las radiocomunicaciones que interconectaban las casas de seguridad del grupo. Solo los militantes profesionales podían estar desplegados en el Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata y en las diferentes casas de seguridad repartidas a lo largo del país, la principal de ellas, la Casa Grande establecida en Nepantla, Estado de México. La Casa Grande sería el cuartel general cuyas labores consistan en coordinar las redes de abastecimiento de las FLN, concentrar todos los recursos aportados por las redes urbanas, resguardar el archivo de la organización, imprimir y distribuir los comunicados de la Dirección Nacional y servir como principal escuela de cuadros de la organización
Gracias a todo este complejo y elaborado plan de trabajo, las FLN se fortalecen y desarrollan su proceso organizativo sin mayor contratiempo. Sin embargo, el 19 de julio de 1971, la Policía Judicial detecta una casa de seguridad de las FLN en la calle Vista Ocaso, no 608, en la ciudad de Monterrey Nuevo León, develándose así la existencia de la organización.
Sin embargo, pese a ese incidente y el golpe represivo sufrido en febrero de 1974, las FLN continuaron su proceso organizativo que, eventualmente los llevaría a fundar lo que hoy es conocido como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
*Fuentes de Referencia:
- El Fuego y el Silencio: Historia de las Fuerzas de Liberación Nacional Mexicanas (1969.1974): Adela Cedillo.
- Dignificar la Historia I: Las Fuerzas de Liberación Nacional y la Guerra Fría (1969-1974): Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.
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