Redactado por Gerardo Alarcón Campos.
La marcha del silencio representó uno de los más grandes éxitos del movimiento estudiantil. Demostró la enorme capacidad de convocatoria y la adherencia de distintos sectores sociales en torno a los estudiantes y sus demandas. Los jóvenes habían transformado una simple protesta contra el abuso policiaco en un movimiento de masas contra el autoritarismo y la represión de un régimen que día a día iba desenmascarando su naturaleza opresiva, pese a justificar sus acciones como apegadas a la ley.
Tal grieta en la fachada del país libre y democrático que el gobierno de Díaz Ordaz pretendía vender a la comunidad internacional de cara a la celebración de los juegos olímpicos era inadmisible, y más pronto que tarde, la orden dada para aniquilar al movimiento estudiantil comenzó a ser ejecutada.
La respuesta del gobierno a la marcha del silencio debía ser inmediata. Pero lejos de responder mediante el diálogo y la negociación, a pesar de que el movimiento había demostrado que era capaz de realizar actos que manifestaban su voluntad de resolver el conflicto por vías institucionales, el Estado mexicano respondió con una enorme operación militar encaminada a la destrucción del movimiento desde sus cimientos.
A las 10 de la noche del 18 de septiembre, seis agrupamientos del ejército mexicano al mando del general Crisóforo Masón Pineda y José Hernández Toledo, los que encabezaron la represión el 30 de julio y habrían de formar parte en las operaciones del 2 de octubre, avanzan hacia Ciudad Universitaria y dan inicio a la Operación Restauración, cuyo objetivo es arrebatarles a los estudiantes las instalaciones de Ciudad Universitaria y aprehender a los principales representantes del CNH.
A esa hora, los representantes del CNH tenían acordada una reunión en las instalaciones de la facultad de medicina, por lo que se intuye que los infiltrados dentro del CNH fueron quienes dieron aviso a los militares para irrumpir en el lugar y lograr la detención de los representantes estudiantiles. Así mismo, estudiantes y padres de familia celebraban una asamblea en las instalaciones de la Facultad de Economía.
El ejército mexicano despliega dos cercos: uno externo que formaría un cinturón de seguridad alrededor de CU, y una avanzada compuesta por tropas terrestres y vehículos blindados para tomar todos y cada uno de los edificios universitarios de manera simultánea.
En la operación también participaría una unidad especial con la misión de capturar a la dirigencia del CNH, que actuaría vestida de civil y que pasaría a la historia de la infama por el rasgo distintivo que los hacia identificables ante sus compañeros uniformados: un guante blanco. El Batallón Olimpia.
Se estima que un total de 10 mil soldados participaron en la operación. Las tropas encabezadas personalmente por Hernández Toledo rodearían las instalaciones de la facultad de medicina, pero sería gracias a las condiciones del terreno que rodean la facultad que los dirigentes del CNH logran escapar con éxito. En la facultad de economía se realizan las primeras detenciones de alumnos y padres de familia que son llevados a la explanada de rectoría y obligados a permanecer pecho tierra.
Las tropas irrumpen en los edificios en búsqueda de más estudiantes. Encuentran y destruyen los mimeógrafos donde se imprimía la propaganda del movimiento. Toman registro de todas y cada una de las pintas y carteles que inundan las instalaciones de CU. Hay consignas sobre los 6 puntos del pliego petitorio, exigencias de justicia, de dialogo, de cese a la represión. Y también hay consignas revolucionarias, frases y evocaciones de hombres como el Che Guevara, Arturo Gámiz, Camilo Torres, Fidel Castro, Mao Tse-Tsung y Karl Marx.
Todo ello representa un elemento valioso para el Estado, pues encuentran material para fundamentar la paranoia de la conjura comunista. Y no es que el movimiento estudiantil fuera financiado y controlado desde las sombras por las embajadas cubana y soviética, sino que los estudiantes anhelaban una transformación revolucionaria, lo que implicaba una transformación de fondo en las estructuras económicas, políticas y sociales, todo ello bajo la influencia intelectual de las múltiples corrientes marxistas, las cuales, pese a sus diferencias, supieron caminar juntas.
Aunado a ello, los 60’s representan una década de rupturas y cuestionamientos. Los jóvenes se levantan como uno de los sectores más críticos de la sociedad. Se cuestionan los valores tradicionales sobre la familia, el sexo, la cultura, la moda, la política y la economía. En México, la palabra revolución se había convertido en un significante vacío que solo era escuchado de manera reiterada y mecánica en los discursos oficiales; pero a raíz del triunfo de la revolución cubana y de otras experiencias en América Latina, en Asia e incluso México, la revolución volvió a adquirir su significado transformador y se convierte en una posibilidad plausible para transformarlo todo, llevando a los jóvenes a llevar su pensamiento y praxis más allá de las tradicionales formas de lucha empleadas por los partidos comunistas de la época; incluso planteando sobre la mesa la posibilidad de emprender la lucha armada.
Tanto así que, durante las pesquisas realizadas en CU, Miguel Nazar Haro reporta el hallazgo de un pequeño arsenal compuesto por dos revólveres, dos pistolas y un rifle dentro de una de las gavetas utilizadas para conservar cadáveres en la facultad de medicina. Ahora bien, es posible que dichas armas fueran plantadas por el propio ejército para desprestigiar al movimiento y retratarlo como una organización subversiva, como finalmente terminaría siendo tras los acontecimientos de Tlatelolco. Pero un aspecto negado por algunos de los principales líderes del CNH, pero confirmado por quienes estuvieron en las brigadas de autodefensa del movimiento, es que algunos estudiantes obtuvieron armas con el fin de defenderse del ejército, los granaderos y los grupos de choque. Y algunos de estos jóvenes posteriormente fueron los primeros en organizarse en grupos político-militares posterior al movimiento.
El asalto a CU tarda una hora en ser realizado, el ejército se encuentra con una resistencia mínima. El saldo final es un aproximado de 1500 detenidos. Durante la madrugada, el ejército iza totalmente la bandera que había sido colocada a media asta por el rector Javier Barros Sierra. Dicha acción hace que los estudiantes sometidos se pongan de pie y entonen el himno nacional. Haciendo el gesto de la V de la victoria, los detenidos son conducidos a los camiones del ejército y llevados a Lecumberri y a las instalaciones de la Procuraduría del Distrito Federal.
Al día siguiente, el presidente de la Cámara de Diputados, Luis M. Farias justifica la ocupación militar como una acción necesaria para reestablecer la autoridad interna y salvaguardar la autonomía universitaria cuando claramente esta fue una transgresión a dicha autonomía.
El avance militar no se detiene. Ese 19 de septiembre el ejército avanza sobre la Universidad Autónoma de Chapingo. Tras negociaciones con las autoridades del plantel y el secretario de Agricultura y Ganadería, los estudiantes abandonan por su propia voluntad la escuela y queda bajo resguardo de la guardia forestal.
Los estudiantes tratan de recuperar las instalaciones de CU. Dos contingentes se movilizan por Paseo de los Insurgentes y avenida Universidad, pero un cinturón de granaderos repele el avance de los estudiantes. También se organizan mítines relámpago, pero son sofocados por la policía.
Al interior de la república también hay manifestaciones y represión. En Chihuahua, Mérida, Puebla, Cuernavaca, Villahermosa y Oaxaca hay manifestaciones, paros de labores y huelgas en apoyo al CHN y en condena por la intervención militar en CU. En Xalapa Veracruz se desarrolla un movimiento estudiantil que se solidariza con el CNH y que sería brutalmente reprimido el 26 de septiembre.
Durante la madrugada del 20 de septiembre se produce otro ataque armado, ahora en contra de las instalaciones del Colegio de México y la Preparatoria 4. En la Unidad Zacatenco del IPN, un contingente de granaderos trata de avanzar hacia las instalaciones escolares, pero son repelidos por un grupo de aproximadamente 3 mil estudiantes. Desde los tejados, los estudiantes disponen de un arsenal de piedras, botellas, bombas molotov y algunos cohetones. En las barricadas hechas con vehículos y autobuses los estudiantes resisten con piedras y palos. Unos pocos, habían logrado sustraer alguna pistola propiedad de su padre o algún familiar, y la guardaban cuidadosamente a la espera de los atacantes que balaceaban las escuelas. Este enfrentamiento marcaría el inicio de la batalla por el IPN.
Los acontecimientos ocurridos en Tlatelolco el 2 de octubre tienen su antecedente directo en los hechos ocurridos el 21 de septiembre. Aquella tarde granaderos abren fuego contra las instalaciones de la Vocacional 7. El tiroteo tiene una duración de 9 minutos, dejando como saldo inicial dos estudiantes muertos y varios heridos que son desalojados con ayuda de los vecinos de la unidad Nonoalco-Tlatelolco.
Al igual que sus compañeros en Zacatenco, los estudiantes contraatacan con una lluvia de piedras y bombas molotov. Por su parte los granaderos respondían con granadas de gas lacrimógeno y sus armas de fuego. La noticia del enfrentamiento llega al Casco de Santo Tomás, desde donde un contingente de estudiantes se dirige a Tlatelolco para ayudar a sus compañeros. Por las calles ruedan llantas encendidas en fuego para romper la formación de los granaderos. Los vidrios de la Secretaría de Relaciones Exteriores son destruidos y se inicia un pequeño incendio dentro de la misma por causa de una molotov.
Al ver que los vecinos de la unidad Nonoalco-Tlatelolco están auxiliando a los estudiantes, los granaderos comienzan a atacar a la unidad habitacional con granadas y balas. Tiran puertas, rompen muebles, roban objetos y golpean gente dentro de sus propias casas sin importar si son ancianos, mujeres o niños. Los vecinos contraatacan y desde las ventanas arrojan basura, botellas y agua hirviendo contra la policía.
Durante el asedio, la señora Alicia Barrón, acompañada por su hijo el Teniente de Caballería Benjamín Uriza Barrón y su pareja sentimental, se dirigían a su departamento cuando son interceptados en el pasillo por los granaderos. Estos se abalanzan sobre las personas y comienzan a golpear brutalmente a la señora Alicia. Benjamín desenfundaría su pistola y mataría a dos granaderos al instante, lesionando a otro más. Sería inmovilizado y detenido en el acto.
Los enfrentamientos se prolongan hasta la madrugada. Los granaderos son incapaces de romper la resistencia de los estudiantes y los vecinos. Derrotados, retroceden para dar paso a un contingente de 500 militares auxiliados con vehículos blindados que finalmente ponen fin al enfrentamiento.
La derrota que el Estado mexicano sufrió en Tlatelolco la noche del 21 de septiembre explica el grado de violencia empleada por el ejército 11 días después. No solamente sería una operación para capturar a la dirigencia del CNH, sino la oportunidad para que el Estado cobrara venganza por aquella humillación, o como ellos mismos definirían, hacer una “demostración de fuerza”.
Llega el 23 de septiembre, una fecha emblemática para los politécnicos y los jóvenes socialistas. Ese día, pero de 1956 se produjo la violenta toma del internado estudiantil por parte del ejército con el fin de sofocar una huelga iniciada por los estudiantes en exigencia de una nueva ley orgánica y la destitución del director Rodolfo Hernández Corso.
En 1965 se desarrolla en Ciudad Madera el asalto a la guarnición militar de dicha ciudad por parte del Grupo Popular Guerrillero, la primera organización político-militar mexicana. La acción fracasa, pero su principal objetivo de iniciar la lucha armada en todo el país se logra, marcando el inicio del surgimiento de diversas organizaciones político-militares en el país. Los estudiantes tenían muy presente el significado histórico de ambas fechas.
Ese día una nueva noticia sacude a los estudiantes. El rector Javier Barros Sierra presenta su renuncia al frente de la UNAM y lanza un comunicado denunciando la violación a la autonomía universitaria y lo que, a su juicio, considera la intromisión de manos extrañas dentro del movimiento. El repudio a la toma de CU se generaliza, tanto por la comunidad académica, artística e intelectual incluso dentro de algunos sectores del gobierno. Políticos priistas incluso quieren levantar una demanda contra Barros Sierra acusándolo de ser el principal cabecilla del movimiento estudiantil. Pero la comunidad universitaria respalda a Barros Sierra, el CNH se pronuncia contra su renuncia y el Consejo Universitario rechaza por unanimidad la renuncia del rector.
Pero lo peor vendría al atardecer: la batalla final entre politécnicos y fuerzas de seguridad. A las 5:00 de la tarde, las instalaciones de la Vocacional 5 son balaceadas de nueva cuenta por el grupo paramilitar del DDF.
Una fuerza de ataque compuesta por 400 soldados a cargo del general Gonzalo Castillo Ferrera avanzaría hacia el Casco de Santo Tomás. De nueva cuenta el Batallón Olimpia se encontraba participando en estas operaciones junto con 1500 granaderos y elementos de las policías Judicial y Preventiva del DF auxiliados por 15 vehículos blindados.
Los estudiantes responden con su arsenal de piedras, molotov y barricadas de vehículos ardientes. Algunos estudiantes armados disparan sus pequeños revólveres y pistolas de calibres aptos para civiles que poco o nada pueden hacer en comparación con los M-1 y ametralladoras del ejército. Pese a que el perímetro del Casco es defendido con barricadas, el avance del ejército es aplastante y hacia las 20:50 pm logran acceder.
Con ametralladoras pesadas, los soldados atacan las instalaciones de la Escuela Wilfrido Massieu, Ciencias Biológicas, Medicina, Escuela Superior de Economía, y las vocacionales 3 y 6. Aunque oficialmente se reportaron 3 muertos, de acuerdo con los estudiantes la cifra fue mayor, pero al calor del enfrentamiento no pudieron rescatar los cuerpos y estos serían desaparecidos por los soldados. Cientos de estudiantes son detenidos dentro de las aulas. Hacia la media noche, el Casco de Santo Tomás cae ante la ocupación militar.
Las acciones no se detienen. Exactamente a las 00:00 del 24 de septiembre, 500 soldados junto con dos compañías de granaderos al mando de Luis Cueto Ramírez, junto con agentes de la policía judicial del DF, la judicial Federal y agentes de la DFS realizan una operación conjunta para tomar la Unidad Zacatenco y las vocacionales 2,5 y 7, quienes caen después de sostener otro prolongado enfrentamiento con los estudiantes que las custodiaban.
El Estado mexicano asestaba un golpe mortal al corazón del movimiento estudiantil. Sin los centros escolares, los estudiantes estarían orillados a llevar su lucha a la calle. Ese mismo día se reportan enfrentamientos en Iztapalapa donde estudiantes y locatarios de un tianguis se enfrentan a granaderos, mientras que cerca de la Diana Cazadora la policía dispersa a un grupo de estudiantes que se dirigía al hemiciclo a Juárez a celebrar un mitin. Finalmente, en Tlatelolco se concentran mil estudiantes que tratan de llegar al Zócalo, pero son dispersados por los granaderos. Finalmente vuelven a la Plaza de las Tres Culturas para celebrar una asamblea con estudiantes y vecinos.
Los acosos seguirían en los días. Los estudiantes detenidos son torturados física y psicológicamente. Algunos de los estudiantes heridos son secuestrados dentro de los hospitales por personas vestidas de civil y trasladadas a centro de detención. Uno de los agresores es identificado: Sergio Romero Ramírez, el Fish.
Septiembre cierra con la entrega de las instalaciones de la UNAM a las autoridades universitarias. Después de una inspección a las instalaciones se dan cuenta que el mobiliario de la universidad ha sido saqueado o destruido. Las pérdidas materiales ascienden a los millones de pesos.
Se habla de la inminente derrota del movimiento estudiantil y de que el CNH caería pronto. Faltan pocas semanas para el inicio de las olimpiadas y los estudiantes no tienen intenciones de ceder pese a los combates tan cruentos desarrollados los últimos días. Al contrario, la represión ha legitimado aún más la lucha de los estudiantes y la base de apoyo que tiene en otros sectores de la población ha estrechado su solidaridad con ellos. El Estado mexicano necesitaba poner el punto final.
En el aire se percibe un hedor a muerte. Ese mismo 30 de septiembre, el periodista Carlo Coccoli, escribe en la revista Siempre! un artículo inquietante y metafórico llamado “Comiendo carne de perro”, donde menciona que, el gobierno tiene planeado realizar una gran matanza de perros en víspera de las olimpiadas, equiparándolo con los sacrificios humanos realizados por los mexicas en el contexto de algún acontecimiento importante. Coccoli sería fuertemente reprendido y censurado a causa de ese artículo por la Secretaría de Gobernación.
El 1 de octubre el CNH celebra una asamblea en la explanada de rectoría donde la principal demanda es la retirada de las fuerzas militares de las instalaciones del IPN. Se acuerda que, al día siguiente, 2 de octubre, se realice un mitin en la Plaza de las Tres Culturas para posteriormente avanzar hacia el casco de Santo Tomás. Uno de los volantes que invitaría a la manifestación contendría la siguiente frase:
"El dialogo pudo haber evitado la muerte de muchos estudiantes".
• Fuentes de referencia:
- 1968: Todos los Culpables. Jacinto Rodríguez Munguía
- La Conspiración del 68. Los Intelectuales y el Poder: Así se fraguo la matanza. Jacinto Rodríguez Munguía.
- La Violencia de Estado en México: Carlos Montemayor.
- Los Días y los Años: Luis González de Alba.
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